¿COMPLIANCE A LA FUERZA?
Argentina hace poco ha emitido una norma legal en virtud de la cual se obliga a las empresas a tener modelos de prevención de la corrupción para poder participar en concursos con el Estado.
En Perú, leí una propuesta para obligar a los partidos políticos tener un modelo de prevención, dados los recientes escándalos de conocimiento público.
Parece que no estamos entendiendo. O quizá el equivocado sea yo.
Cuando se trata de delitos que causan agravio directo al Estado, la lógica del compliance es que el Estado busque sociedades en las empresas -o en los partidos políticos según se vea- para que estos ayuden a disuadir conductas de este tipo, de la misma manera que sucede con la prevención de lavado de activos. Al empresario, per se, no le importa necesariamente gastar recursos (económicos y humanos) para implementar un modelo que no le traerá beneficios directos, El correcto empresario, el diligente, invertirá para que la eventualidad de un mal comportamiento -no corporativo- le reste responsabilidades.
Forzar a tener un modelo de prevención es como buscar socios a la fuerza. Esto puede derivar en el auténtico fracaso del compliance: cumplir con lo mínimo (solo con lo que la ley pide), programas cosméticos y el check list frío. Es decir, una forma soterrada de corrupción, y claro, más labor para algunos consultores. El siguiente paso en esa cadena forzosa y perversa son las certificaciones a granel, como sucede con la revisión técnica para vehículos en Perú (que ya sabemos cómo funciona).
Hay que hacerle entender al empresario (léase al propietario, accionista) que un modelo de prevención le resulta, a todas luces, conveniente (no obligatorio). Conveniente porque le da control de lo que sucede. No hablo solo de prevención de corrupción estatal, también -por ejemplo- en lo que concierne a corrupción privada que sí le afecta directamente al bolsillo. De ahí en más el circulo virtuoso se extenderá por conveniencia y, ciertamente convicción. Será un producto atractivo. La certificación vendrá porque la lógica del empresario será la siguiente: me gustaría saber si mi sistema es eficaz. Todo funciona.
La fuerza, la imposición, no sirven de mucho, además, si no hay “enforcement”. Porque el compliance es autorregulación, es libertad, la empresa es libertad. Y claro, como corresponde, el modelo de acuerdo a su naturaleza. Si el modelo sirve, estás a salvo, sino responderás por la consecuencia. No tenerlo es un riesgo que el empresario también deberá asumir si así lo desea.
Compliance a la fuerza no.
Lima, 07 de mayo de 2018.