Nada ha cambiado, señor director o gerente: Usted sigue siendo responsable
El 07 de enero pasado se emitió el Decreto Legislativo N° 1352 que establece la responsabilidad “administrativa” de las personas jurídicas por los delitos de corrupción y lavado de activos. Es decir, de ahora en adelante, por ejemplo, una empresa podrá ser considerada “autora” de uno de esos delitos y podrá merecer una sanción (por ejemplo, multa).
La norma parece marcar un hito en cuanto a los llamados “delitos de empresa”, pero no lo es tanto. En realidad, nada ha cambiado.
La empresa siempre pudo responder penalmente ante un juez penal por los delitos cometidos en su seno; por cualquier delito. El artículo 105 del Código Penal establece sanciones a la persona jurídica que “participa” en un delito prestando su organización (consecuencias accesorias). Y no me refiero a una sanción indemnizatoria. Si usted se fija, son casi las mismas sanciones que previene el Decreto Legislativo N° 1352.
Lo más importante –y más delicado- es que las personas naturales que intervienen en la actividad de la empresa siguen respondiendo igual que antes. En efecto: si, por ejemplo, se produce un acto de contaminación en el desarrollo de la actividad de la empresa, el gerente general podría –ojo, no forzosamente- ser sentando en el banquillo si es que no tomó las medidas de prevención para tratar que esto sucediera, o si es que no controló eficazmente a sus subordinados o si también conoció del peligro y no reaccionó, entre otras posibilidades.
Y sigo más: esto podría escalar incluso al directorio si es que este órgano no tenía una política clara y eficiente de manejo medioambiental. Este ejemplo se reproduce a otros delitos comunes en la empresa (accidentes personales, fraudes internos, etc.); ni hablar de temas tan delicados como el de un supuesto de corrupción.
Nada ha cambiado. El cambio estriba en que hoy todos los focos reflectores están sobre la empresa, en que existe una sospecha mayor (a veces muy injusta) en todo el entorno corporativo. La indiferencia entonces merece una reacción anticipada. Es mejor prevenir que lamentar.
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