El Estado en la línea correcta de prevenir la corrupción
La semana que pasó, la ministra de Justicia anunció que se iban a implementar, al interior de cada sector, líneas con la finalidad que tanto los usuarios como los mismos trabajadores del Estado, en todas sus carteras, tengan un espacio seguro y confiable para denunciar actos irregulares que podrían significar conductas de corrupción.
La medida me parece estupenda porque traduce la verdadera forma de prevenir la corrupción. Se empodera al denunciante dándole voz en la lucha contra este mal. Se previene porque se ponen ojos y voces donde muchos miran y nadie habla. Tengamos presente que la criminalidad al interior de las entidades (sean estas públicas o privadas) se da esencialmente por la combinación de dos factores: espacios vacíos de control y ausencia de integridad en las personas. La existencia de líneas o canales de denuncia van en la dirección del primer elemento; es decir, copar los espacios libres.
Para que esta medida no resulte siendo el clásico buzón de sugerencias olvidado o el libro de reclamaciones a veces insuficiente, me atrevo a dar dos cortas recomendaciones:
- Es vital garantizar la independencia y la confidencialidad. Esto se logra haciendo que el canal de denuncias sea controlado externamente para que no sea el gato quien haga de despensero. Claro, si la misma entidad va a recibir las propias denuncias en su contra nada garantiza que aquellas sean efectivamente investigadas. Por eso se recomienda que este tipo de canales sean administrados por un tercero independiente. Esa sola disposición, además, contribuirá a la necesaria confidencialidad y protección del denunciante.
- ¿Y luego qué? Una vez recibida la información de la denuncia hay que evaluar la misma para depurar aquellas sustentadas en chismes o que no tengan la suficiente seriedad. Es decir, es necesario hacer una mínima investigación interna que dote de solidez a la denuncia. Luego de eso, recién si existen elementos mínimos suficientes, se podría acudir al sistema de administración de Justicia. Para esto también es importante la independencia; por qué no pensar en que la Contraloría podría colaborar en ese propósito. Que no vaya cualquier denuncia “alegre” o poco seria, colaborará también con destugurizar nuestro ya atiborrado sistema de Justicia.
No es que la reciente proliferación de noticias sobre corrupción a nivel nacional como internacional implique que este es un fenómeno reciente. Lo que sucede es que cada vez -con más frecuencia- es posible conocer todo con más detalle y rapidez. En esa dirección, medidas como esta en clave de prevención (y no de lamentación) nos colocan en una buena línea al camino correcto.
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