Programas anticorrupción: lo que toda empresa debe hacer
Genuinamente o no, el concepto de lucha contra la corrupción está partiendo ahora desde las empresas. Al parecer, y no por casualidad, las corporaciones están comprendiendo el ineludible rol que tienen en la generación del problema. El asunto es muy sencillo desde esa perspectiva: si no hay corruptor, no hay corrupción. Claro está sin generalizar porque las empresas no son las únicas que actúan así.
La oferta para implementar programas anticorrupción en las empresas es muy variada. Parten por la adecuación de normas extranjeras (FCPA o Bribery Act) o de cimentación de valores corporativos para posicionar la integridad personal.
Aunque el orden de los factores no altera el resultado, mi experiencia me indica que hay que ir un poco más atrás, de manera que para hacer realmente eficaz cualquier programa anticorrupción debería partirse desde la siguiente pregunta: ¿existe la posibilidad que –en este momento– se esté consumando una práctica corrupta en su corporación? De ser afirmativa la respuesta entonces cabría interrogarse: ¿se han hecho los esfuerzos necesarios para contrarrestar ese tipo de prácticas? Es muy importante tener presente que la respuesta a la primera interrogante debe merecer no solo una presunción o acto de fe, sino el resultado de, al menos, una mínima evaluación técnica.
Todo debe partir de un buen mapeo de riesgos. La idea fundamental en esa línea es identificar qué actividades están más expuestas a prácticas de corrupción. Ojo, no estoy hablando solamente del soborno (o engrase). Incluyo también todas las modalidades que encierra el gran concepto de corrupción (colusión, tráfico de influencias, etc.) e incluso aquellas conductas deshonestas en el ámbito privado que la entidad pretenda eliminar (conflictos de interés internos o actos concretos deshonestidad).
Luego de identificar los riesgos concretos, podrá evaluarse cómo reaccionar ante los mismos. No es necesario ser una empresa de fachada o una maquinaria corrupta para estar en riesgo. Cualquier empresa puede, por desconocimiento o por falta de controles adecuados, caer en acciones tan comunes como por ejemplo el contratar un “ágil” tramitador para la obtención de una licencia de funcionamiento.
Con eso ya se habrá hecho mucho. La buena prevención parte por identificar y conocer los riesgos. Luego habrá tiempo para ir hacia la evolución ética que denota ya otro plano en el cual los controles quedarán relativizados y la persona actuará bajo la genuina inspiración de integridad; como decía CS Lewis: “integridad es hacer lo correcto, cuando nadie está mirando”.
Están todos los lectores cordialmente invitados a comentar en el foro. Y si desean tener una comunicación más personal y directa conmigo, pueden escribirme al correo electrónico: eherrera@escudoazul.pe