No hay crisis pero tampoco habrá “ayudín”
Si bien la economía peruana no está en crisis, como ha remarcado el ministro de Economía, las perspectivas económicas para este año son, en realidad, inciertas. El PBI podría crecer menos de 3%, o aproximarse a la estimación oficial (“más de 4%”, según la última versión del MEF, ó 4.8% según el BCR).
Dependerá mucho de lo que pase con los sectores primarios porque los ligados a la demanda interna han desacelerando fuertemente su crecimiento y nada asegura que vayan a recuperar un ritmo alto de expansión, en un contexto de deterioro de las expectativas (confianza) y menor ritmo del empleo, y cuando la ejecución de grandes obras de infraestructura y proyectos mineros ya adjudicados podrían enfrentar un revés (por conflictos sociales o por sobre regulación ambiental y de permisos).
La caída del PBI primario en el 2014 (-2.1%, la mayor desde el año 1992, según el BCR) se explica principalmente por el desplome de la producción minera metálica (-2.2%) y de la pesca (-25.3%), que también afectó a la manufactura procesadora de materias primas (-9%). Entre los tres pesan 17% del PBI nacional, y son precisamente ellos en los que se basa la recuperación del PBI proyectada para este año (4.8%). Sin embargo, estas actividades dependen de variables que no controlamos: clima y precios. Es probable que el clima sea mejor que el año pasado y eso favorezca la pesca y a la manufactura procesadora de estos recursos, pero su impacto en el PBI es menor.
El sector que puede hacer la diferencia es la minería metálica (pesa 12.24% en el PBI), sin embargo, aun cuando todo indica que los volúmenes se incrementarán, nada garantiza que los precios sean los que se proyecta para este año (cobre a US$ 2.69 la libra y oro a US$ 1,210 la onza); por el contrario hay muchos que pronostican un mayor deterioro de éstos.
Lo cierto es que, a diferencia del 2010, cuando el crecimiento de nuestra economía repuntó (8.5%) tras haberse desacelerado fuertemente en el 2009 (1%) como consecuencia del estallido de la crisis financiera mundial, esta vez los precios de los commodities no estarán al alza, la economía China crecerá mucho menos que entonces (de más de 10% a 7.4% el 2014 y a 7% proyectado para este año) y si bien la economía de Estados Unidos viene consolidando su recuperación, ahora ya no tenemos el enorme estímulo monetario que ejecutaba dicho país y, por el contrario, empezará a subir sus tasas de interés.
Es decir, esta vez no tendremos ´ayudín´ para el crecimiento de nuestra economía, por lo que bien harían las autoridades en impulsar la inversión pública (en el 2014 cayó 1%) de calidad, sobre todo en infraestructura (el déficit llega a cerca de US$ 88,000 millones), considerando que a mediano plazo sostener tasas de crecimiento encima del 5% pasa necesariamente por aumentar la productividad, lo cual requiere, entre otros, mejorar la infraestructura de servicios públicos y de transportes.
Sin embargo, en términos reales la inversión pública cayó 1% el año pasado y se expandió fuertemente el gasto corriente (10.4%, 4.3 veces que el incremento del PBI, de 2.4%) y dentro de ello el gasto en planillas que, como se sabe, es gasto permanente. Para este año se espera una recuperación de la inversión pública (a 5.6%) y una moderación del dinamismo del gasto público corriente (5.4%).
Pero el costo fiscal de las medidas reactivadoras aprobadas por este gobierno el año pasado (incluido el aumento de las planillas) significará un impulso fiscal de 1.7% del PBI en este año, con lo cual, dado la desaceleración en el crecimiento de los ingresos fiscales (proyectado en 2.8% el año pasado y una caída de 2.7% para este año, en términos reales), llevará a un déficit de 2% del PBI, proyectado por el BCR, es decir al límite de lo establecido en la regla fiscal y lejos del superávit (2.2% del PBI) que se tenía al inicio de este gobierno. No es que ello represente un problema actualmente (porque cumple la regla fiscal y hay ahorros acumulados suficientes), incluso se ha reclamado un mayor gasto para impulsar la demanda interna, pero no hay que olvidar lo que costó lograr la estabilidad fiscal. Una vez que se abre la puerta del populismo es difícil de detener.