Cuidado con los incentivos perversos
La nueva reforma de la educación que está planteando el Ejecutivo contempla aumentos remunerativos. Otras reformas remunerativas (FF.AA y Policiales, Salud, Justicia) anunciadas por el gobierno también implican aumentos.
Para nadie es un secreto los bajos niveles salariales que tiene la mayoría en el país, lo cual obedece a muchos factores, entre ellos la baja productividad y la desigualdad en las oportunidades. Sin embargo, cuando se trata de aumentos en el sector público con recursos de todos los peruanos habría que ser muy estrictos al momento de otorgarlos.
En principio, cualquier aumento salarial en el sector público debería garantizar una mejora sustancial en la calidad del servicio (educación, salud, justicia, seguridad, defensa, etc.) lo cual implica contar con un sistema de selección muy estricto de aquellos servidores públicos más capacitados y calificados para los aumentos y ascensos.
En nuestro país, además, antes que nada se necesitaría eliminar los incentivos perversos que existen en el sector público y que son una traba para el buen desempeño y la mejora sustancial en la calidad de los servicios. Uno de estos incentivos perversos es que el ingreso, permanencia y ascensos en el sector público no siempre están en función (como debía ser) de la calificación, capacidad y desempeño de los empleados, sino de las relaciones sociales (partidarias, amicales, incluso de parentela) que tienen estos con altos funcionarios o personas con influencia política ó económica.
No se trata sólo de un problema ético o moral, tiene claras consecuencias económicas ya que en este contexto los servidores públicos no ven la necesidad de mejorar su desempeño. Al final lo que se tiene es una mala asignación de los recursos fiscales escasos y una pérdida de bienestar de la economía en su conjunto (malos servicios, y pérdidas para los usuarios).