Un año después: el reto sigue siendo convencer
Tras un año de gobierno, el peruano promedio percibe que la situación económica del país está mejor de lo que se esperaba inicialmente (cuando prevalecían los temores acerca de cambios drásticos en el programa económico por parte del gobierno actual), pero su optimismo sobre el futuro económico ha empezado a deteriorarse.
Establecida la continuidad del modelo, la economía nacional ha seguido
creciendo a una tasa (alrededor del 6%) menor a la de los últimos años
(8%) debido a los efectos negativos de la situación económica mundial y
de los conflictos sociales. Si no estalla la crisis del euro y la
inversión privada recupera su ritmo, el crecimiento del PBI podría
mantenerse alrededor del 6% incluso el próximo año y siguientes.
El problema es que, por un lado las expectativas empresariales (e
incluso las del consumidor) han empezado a deteriorarse desde mayo, y si
persiste esta tendencia, eso sí afectará las decisiones de inversión y,
con ello, el ritmo de crecimiento de los próximos años. Por otro lado,
un crecimiento de 6% no es suficiente para cumplir los objetivos de
disminuir sustancialmente la pobreza y la desigualdad social.
Es obvio que las expectativas de los inversionistas y empresarios está
siendo afectada por el contexto económico internacional y por los
conflictos sociales internos, pero hay otros factores que afectan los
flujos de inversión en el largo plazo y que tienen que ver con las
reformas pendientes (reforma del estado, de la educación, del Poder
Judicial, etc.) que son necesarias para aumentar la productividad y la
competitividad del país. En el MEF son conscientes de ello desde hace
mucho tiempo y tienen proyectos para emprenderlas, pero ello requiere
decisión política, lo cual implica un convencimiento pleno acerca del
camino, ruta, modelo o programa económico a seguir.
Si bien se ha continuado con el programa económico en este primer año de
gobierno, ello no ha estado exento de vacilaciones. Esperemos que con
el nuevo Gabinete Ministerial se consolide esa convicción al interior
del Ejecutivo y se traslade a su bancada legislativa. Pero, más
trascendente aún, sería que el gobierno convenza a todos, en particular a
los sectores pobres y excluidos del país, que el modelo vigente es la
base para seguir creciendo, obtener recursos fiscales y atender sus
necesidades. En el segundo año de gobierno será decisivo lograr ese
convencimiento.