El reto de la docencia universitaria
Jonathan Golergant, Rector de la UTP
La docencia universitaria no es tarea sencilla. Además de ser profesionales con experiencia relevante o académicos reputados, los docentes universitarios deben ser capaces de propiciar aprendizajes. Algunas veces vemos en las aulas, por ejemplo, a ejecutivos que llegan a clases con una presentación y básicamente leen durante la sesión lo que está escrito en las diapositivas, o a investigadores que tienen serias dificultades para interesar a sus estudiantes en el contenido de la clase. Un buen docente universitario debe tener la habilidad para motivar a sus estudiantes y explicar de manera didáctica el contenido de la asignatura. Además, debe diseñar e implementar actividades en las que los estudiantes pongan en práctica lo aprendido, evaluar con criterios claros y retroinformar el desempeño de manera oportuna y constructiva. Asimismo, debe propiciar un clima en el aula que permita la expresión crítica de ideas y el manejo de emociones, entre otras habilidades necesarias para que el aprendizaje se produzca. La actividad docente es compleja y desafiante. Por ello, las instituciones educativas deben establecer mecanismos para garantizar que los estudiantes tengan excelentes docentes. En la Universidad Tecnológica del Perú (UTP), por ejemplo, estos incluyen a los procesos de selección, inducción, capacitación, observación de clases, acompañamiento y evaluación docente.
El proceso de selección docente no solo debe considerar la experiencia profesional y académica del candidato, sino que debe incluir una evaluación auténtica de su capacidad para dar clases. En UTP, llamamos a ese proceso “clase maestra”. En ella, el candidato se presenta ante un grupo de evaluadores y, con criterios previamente establecidos, brinda una clase corta sobre el curso para el que está siendo considerado. En ella se puede observar no solo el conocimiento del candidato en la materia sino, sobre todo, su habilidad para propiciar aprendizajes, lo que aumenta significativamente su posibilidad de éxito como docente. Cuando un candidato ha sido seleccionado, es muy importante que pase por un proceso de inducción, antes de dictar su curso, en el que se le brinda información sobre el modelo educativo de la universidad y lo que la institución espera de la tarea docente. El proceso de inducción marca el inicio de una ruta de capacitación que permite desarrollar habilidades para la docencia universitaria. Esta formación es continua, pues siempre se puede ser mejor. Cuando los docentes inician su trabajo en el aula, un equipo de expertos en didáctica universitaria graba sus clases y las observa para luego tener reuniones de retroinformación con ellos y acompañarlos durante el ciclo para que puedan desarrollar las habilidades que presentan mayores oportunidades de mejora. Finalmente, el proceso de evaluación docente, que se realiza cada ciclo, debe incluir como un criterio importante de desempeño la manera en que están llevando sus clases.
Garantizar la excelencia docente es esencial para el éxito educativo y para ello se necesita un compromiso activo de las instituciones. Las universidades podemos cultivar una generación de educadores apasionados que formen e inspiren a los líderes del mañana. Sin embargo, este no es un proceso automático. Es nuestro deber implementar los mecanismos para garantizar que cada aula sea un espacio de aprendizaje vibrante y enriquecedor.