El aula va a la empresa
Una gran empresa industrial multinacional dedicada a la fabricación de envases tiene serias dificultades para encontrar en el mercado profesionales que dominen un proceso clave para sus operaciones, el proceso de inyección. Realiza publicaciones de empleo en la bolsa de trabajo de una universidad, pero no recibe a los candidatos que busca. La universidad, propone a la empresa atacar su problemática de manera conjunta. De este modo, universidad y empresa diseñan, juntos, un curso electivo para futuros ingenieros vinculado a procesos industriales. El curso se ofrece a estudiantes de ciclos avanzados y parte de las sesiones de clase se realizan en la planta industrial; en lugar de la pizarra, ellos tienen al frente a las máquinas de inyección; las evaluaciones son auténticas, los alumnos y alumnas no solo reciben una nota, sino que tienen retroinformación inmediata sobre la forma en que han conducido el proceso productivo. Por otro lado, el profesor/gerente forma a los estudiantes para que puedan desarrollar las habilidades que la empresa necesita, los observa, identifica talento y, al final del curso, contrata a los mejores. De este modo, los estudiantes tienen una experiencia de aprendizaje práctica que los acerca a las demandas del mercado laboral y la empresa puede contratar profesionales competentes, formados a partir de sus necesidades, que no hubiera podido conseguir de otro modo.
La experiencia descrita es un ejemplo entre muchos acercamientos que venimos generando con diversas empresas para complementar la formación de los alumnos y alumnas con experiencias reales del mercado laboral. Así, un banco forma ejecutivos de micro y pequeña empresa en cursos universitarios en los que colaboradores del banco supervisan a alumnos que atienden a microempresarios. Además, una importante empresa de consultoría en soluciones tecnológicas realiza un bootcamp con estudiantes para desarrollar en ellos habilidades vinculadas a su modelo de negocio. O un grupo empresarial organiza un curso extraacadémico para formar analistas de data. Finalmente, muchas empresas trabajan con la universidad para desarrollar concursos, hackatones o pasantías.
En un mundo donde la demanda de habilidades laborales está en constante evolución, la vinculación entre la universidad y la empresa se ha convertido en una estrategia efectiva para formar a los estudiantes en competencias que el mercado laboral requiere. Es una estrategia de beneficio mutuo. Al haber trabajado con ellos durante el proceso formativo, las empresas tienen la oportunidad de evaluar el desempeño de los estudiantes, sus habilidades y su compatibilidad con la cultura corporativa. Esto les permite tomar decisiones de contratación más informadas y reducir los costos asociados con el proceso de inducción. Por otro lado, los estudiantes tienen la oportunidad de demostrar su valía y asegurar empleo en una empresa que ya conocen y en la que se sienten cómodos.
Además de los beneficios directos para las empresas y los estudiantes, esta colaboración también genera ventajas para la sociedad en general. Al enfocar la formación en habilidades valoradas por el mercado laboral, se reduce la brecha entre la formación académica y la empleabilidad. Los alumnos se gradúan con habilidades relevantes y están mejor preparados para trabajar. Esto no solo incrementa su empleabilidad, sino que también contribuye al desarrollo económico y social del país.
Esta es solo una de las formas en las que universidad y empresa pueden trabajar juntas en beneficio de todos. Las universidades pueden proactivamente acercarse a las empresas para entender sus necesidades y las empresas pueden encontrar en las universidades a un aliado importante para atenderlas. Es tiempo de trabajar juntos.