No al micromanagement
Por: Lydia Arbaiza, Ph.D. Decana de ESAN Graduate School of Business
El micromanagement es un estilo de gestión empresarial caracterizado por un control excesivo sobre las tareas y decisiones de los colaboradores. Este enfoque concentra todas las decisiones en el manager, limitando la autonomía y la capacidad de acción del equipo. Además, implica una atención desmedida a cada detalle o acción, lo que puede sofocar la iniciativa y creatividad de los empleados.
Adoptar el micromanagement es, en esencia, una receta para obtener el mínimo desempeño de un equipo. Este método no solo es poco eficiente, sino también contraproducente para el desarrollo y éxito de las organizaciones modernas.
Algunos autores llaman al micromanagement el “asesino silencioso” de los lugares de trabajo productivos. ¿Por qué? Porque destruye la moral, sofoca la creatividad y expulsa al talento, erosionando el rendimiento organizacional desde dentro.
Ante esta problemática surgen las siguientes interrogantes: ¿Cómo lidiar con ello, al margen de la posición que tenga un colaborador en la empresa? ¿Cómo los directivos pueden notar esta perjudicial práctica?
El micromanager se distingue por su obsesión con los pequeños detalles, incluso aquellos que están fuera de su ámbito de responsabilidades. Este enfoque genera varios problemas: los colaboradores deben rehacer tareas innecesariamente, las decisiones se paralizan por falta de autonomía, y el equipo pierde confianza en sus propias capacidades.
Aunque en muchos casos las intenciones del micromanager sean buenas (por ejemplo, garantizar calidad o evitar errores), esta actitud fácilmente se convierte en una trampa. El micromanager puede creer que está apoyando al equipo, pero en realidad está minando su potencial. Al asumir un rol excesivamente controlador, limita la creatividad, ralentiza los procesos y desmotiva a los colaboradores, afectando negativamente el desempeño global de la organización. También puede generar inseguridad en los miembros del equipo al sentir que su trabajo no es lo suficientemente bueno.
Una gestión efectiva requiere confiar en el equipo, delegar responsabilidades y fomentar un ambiente donde todos puedan desarrollar sus habilidades y tomar decisiones con seguridad.
¿Qué pasos seguir para evitarlo?
En primer lugar, es fundamental reconocer que el micromanagement genera resultados negativos tanto para el equipo como para la organización. Identificar cuándo y cómo se está ejerciendo este tipo de gestión es el primer paso para corregirlo. Luego es recomendable que se pueda hacer lo siguiente:
- Delegar con claridad: Asignar responsabilidades específicas y asegurarse de que los colaboradores entiendan las expectativas.
- Confiar en el equipo: Brindar autonomía para que tomen decisiones y ejecuten tareas según su criterio.
- Establecer objetivos claros: Fijar metas concretas que guíen al equipo, pero sin dictar cada paso del proceso.
- Dar flexibilidad: Permitir que el equipo determine la mejor manera de alcanzar los objetivos, adaptándose a su propio ritmo y estilo de trabajo.
- Enfocarse en los resultados: Evaluar el desempeño con base en el output y el impacto, en lugar de controlar cada detalle del proceso.
- Ofrecer retroalimentación constructiva: En lugar de criticar minuciosamente, brindar observaciones útiles que impulsen el desarrollo y refuercen los logros del equipo.
Transformar un estilo de micromanagement en uno más colaborativo no solo mejora la moral del equipo, sino también su productividad y compromiso, creando un ambiente laboral más saludable y efectivo. Asimismo, se evita generar altos niveles de estrés, burnout o debilitar las relaciones interpersonales en la oficina.
No se debe permitir que el micromanagement reduzca el potencial de un equipo de trabajo. En algún momento los ciclos se deben romper y buscar el camino a la libertad.