Corrupción y Comunicación (Parte 2)
En el artículo anterior, mencioné que la corrupción es el abandono de un deber posicional, público o privado, en favor de un interés propio, que se disfraza con la retórica del apego y respeto a la ley y que está sometido a un juicio crítico de la moral.
¿Qué tipo de condiciones deben darse en una sociedad para promover comportamientos que promuevan el abandono del deber?
Tomemos la siguiente definición de sociedad: es un sistema que está constituido por una estructura que permanece en el tiempo, compuesto por un conjunto de elementos interdependientes, en equilibrio y que tienen la posibilidad de cambiar (Robert Merton)
Ahora imaginemos que toda sociedad promueve dos grandes valores:
- Fines, que son anhelos socialmente aceptados, comunes a una cultura determinada, como lo puede ser el dinero, la virtud, la fama, el conocimiento, la salvación o la santidad.
- Medios, que son las formas lícitas que la sociedad ofrece para alcanzar los fines, como son las leyes y las normas articuladas por instituciones públicas, privadas o sociales.
Convirtamos estas dos dimensiones en dos ejes que se cruzan y conforman cuatro cuadrantes.
1.- Fines + / Medios +, en donde una persona y por extensión, la sociedad logra cumplir sus fines usando los medios dispuestos para ello. Esto podría indicar que es una sociedad próspera, pero también estancada porque no encuentra ningún desequilibrio que genere incomodidad y, por lo tanto, cambio.
2.- Fines – / Medios -, donde las sociedades son apáticas, dominadas por la anomia, donde cada uno se vale por sí mismo y la cohesión corre riesgo. Las personas abandonan tanto los fines como los medios que promueve la institucionalidad.
3.- Fines – / Medios +, se da en sociedades ritualistas, dominadas por la burocracia y el cumplimiento de tareas y ritos sin mayores objetivos o motivos impulsores.
4.- Fines + / Medios -, donde se encuentran las sociedades movilizadas por un anhelo o fin muy fuerte y donde los medios no son respetados para alcanzarlos.
En situaciones donde se genera un cuerpo social que privilegia el cumplimiento de los fines sin impulsar el uso adecuado de los medios para lograrlos, o: “rompamos las reglas”, “para hacer tortillas hay que romper huevos” se generar desequilibrios que debemos observar.
Estados Unidos es el principal epicentro de la innovación en el mundo y muchas de esas disrupciones afectan cimientos profundos: Uber y la tributación, Facebook y los problemas en la protección de datos, Netflix y el impacto en la industria creativa de contenidos, entre otros. En este caso, la relación entre innovación y regulación casi van de la mano.
La corrupción es hija del mismo fenómeno, lo legítimo pasa a ser secundario y los deberes posicionales ceden al interés personal. La gran diferencia es que, mientras la innovación crea valor, genera dinamismo en la industria y la sociedad, produce tensión en el mercado, impulsa el cambio y la renovación en la regulación, la corrupción destruye el valor. La corrupción destruye los cimientos institucionales sin ofrecer nada a cambio.