¿Realmente la reputación de Dina Boluarte está en crisis?
¿Cómo explicaríamos que la reputación de Dina Boluarte, con tan baja aprobación de la población, no signifique aún su salida del gobierno?
Datos para evaluar:
- Su desaprobación general es del 90% según el IEP.
- Las investigaciones con revelaciones que afectan su imagen son masivas, desde hace meses. Algunas con alcance internacional (caso de los Rolex y los asesinatos a finales del 2022).
- La ineficiencia de sus ministros, empezando por los de economía o del interior -dos de las carteras cruciales para la estabilidad macro del país- está comprobada, y además son fusibles, tienen corta permanencia en sus cargos.
- Hay muchos presidentes que por muchos menos escándalos y desaprobación social, o cambiaban el rumbo, o eran vacados por el Congreso.
En el último punto de la lista anterior está el detalle.
Recurriendo al manual
Una crisis de reputación se caracteriza por poner en riesgo la operación misma de la empresa, institución o, en este caso, la permanencia de una autoridad en el cargo. Pero ya vemos que la desaprobación popular no toca más a ninguna autoridad en el Perú, ni del Ejecutivo ni el Legislativo. La aprobación que mantiene/importa a la presidenta en el gobierno es la del Congreso, esa es “la reputación” que cuida porque, si la pierde, claramente sería vacada.
Recordemos que la buena o mala reputación de Dina Boluarte será relativa, dependerá del stakeholder. Podrías tener aprobación de alguno, y una percepción pésima de otro. Lo que te genera una crisis, con el riesgo de salir de un cargo/operación/actividad, dependerá de la buena reputación lograda con tu público clave. En democracia, debería ser el pueblo, la opinión pública. Cuando ya no es así, hay un serio problema en el sistema. La crisis, más que de la presidenta, es del país, y sí, está en alto riesgo su estabilidad, su desarrollo, y la sociedad en general.
Mi conclusión
El 5% de aprobación de Dina Boluarte, según lo que señala el Instituto de Estudios Peruanos, refleja un riesgo mucho mayor, y el círculo que se está generando es cada vez más grande y vicioso. ¿Qué podríamos proponer desde nuestras propias tribunas por nuestro país para proyectar un contexto nacional responsablemente optimista en el futuro?
El silencio del sector empresarial no puede ser la respuesta.