Empresas y ONGs juntas frente a las economías ilegales
¿Qué sucedería si las empresas se acercaran a las ONGs sociales (pro derechos humanos) y ambientales, las que hasta ahora consideran antagonistas, para juntos hacerle frente a las economías ilegales (minería ilegal, tráfico de personas, tala ilegal, narcotráfico, etc.)? ¿Qué pasaría si estas mismas ONGs abandonaran su discurso anti empresa y reconsideraran su acercamiento hacia estas?
Porque seamos consecuentes, si verdaderamente creemos que estas economías arrasan con todo (personas y planeta) y ponen en peligro el sistema (democracia, instituciones, libre mercado), es urgente conversar. Pensemos un momento qué pasaría si la empresa formal se retirara de aquellos espacios o territorios donde operan los ilegales e, inclusive los informales, y les dejara la cancha libre. Lo mismo con las ONGs. ¿Se imaginan el golpe al estado derecho, las instituciones, la paz social, los derechos humanos y el medio ambiente, al Perú?
Ciertamente, para lograr esta unión, cada cual tendría que abandonar sus sesgos y fobias hacia el otro, y caer en la cuenta que si es verdad que ambos realmente desean lo mismo, un mejor Perú, empresas y ONGs tienen y deben trabajar juntas.
La empresas privadas, las formales, las que no caen en el mercantilismo y la corrupción, las genuinamente preocupadas por la sostenibilidad y el desarrollo del País, operan bajo estándares de clase mundial y hacen cosas extraordinarias por las personas y el planeta. Aún con todas sus limitaciones y fallos, son fundamentales para sacar el país del sub desarrollo. Las ONGs deberían reconocer y aceptar esto.
Las ONGs, las serias, las que no usan su causa para enriquecerse indebidamente, las genuinamente comprometidas con los derechos humanos y medio ambientales, con la reducción de la pobreza y desigualdades, trabajan para elevar la calidad de vida de las personas (de los que menos tienen) y su entorno, y salvar el planeta. Aún con todas sus limitaciones y fallos, son fundamentales para que no perdamos de vista lo importante: las personas y el planeta. Las empresas deben reconocer y aceptar esto.
Ninguna de las dos partes puede luchar sola y, menos, enfrentada. La situación es tal que creo toca replantearse las posiciones encontradas, porque si es verdad que todos en el fondo queremos lo mismo tenemos que unirnos para construir un futuro común donde, por supuesto, no haya espacio para la ilegalidad, y donde la informalidad sea sólo un paso, una transición, hacia la formalidad. El país requiere una gran transformación y necesita de sus empresas y ONGs para ello.
Suena a que todo esto es muy difícil, casi imposible. Pero pensemos nuevamente. ¿Tenemos realmente muchas más opciones? Nuestro enconamiento lo único que va a generar es más división y se pueden imaginar cuál es el resultado cuando eso sucede (el divide y vencerás de las economías ilegales).
Otro Perú es posible si miramos más allá de lo obvio, dejamos de lado nuestras diferencias (y mezquindades) y trabajamos juntos por el bien común de todos los peruanos y peruanas. Busquemos espacios de diálogo y consenso. El enemigo es otro, es la ilegalidad, y podemos vencerla si “sólo” somos capaces de sumar esfuerzos. Para pensarlo.