Rebelarnos ante la mediocridad
“Mientras el mundo se desgañita debatiendo sobre socialismo, capitalismo, independentismo, populismo y otros ismos, los ladrones y los ineptos están tomándose cada vez más gobiernos. Ladrones en el poder los ha habido siempre y gobernantes incompetentes también. Pero, en estos tiempos, la criminalidad de algunos jefes de Estado ha alcanzado niveles dignos de los tiranos de la antigüedad. Y las consecuencias de la ineptitud de quienes mandan se ven ahora amplificadas por la globalización, la tecnología, la complejidad de la sociedad, así como por la velocidad con la que suceden las cosas.
Ya no estamos hablando solo de la corrupción “habitual”; la del ministro que cobra una comisión por la compra de armas o por otorgar a dedo el contrato para construir una carretera. Ni de un caso aislado en el que el más tonto de la clase llega, para sorpresa de sus antiguos compañeros, a ser presidente.
No; en el caso de la cleptocracia se trata más bien de conductas criminales que no son individuales, oportunistas y esporádicas sino colectivas, sistemáticas, estratégicas y permanentes. Es un sistema en el cual todo el alto Gobierno es cómplice y se organiza de manera deliberada para enriquecerse —y usar las fortunas acumuladas para perpetuarse en el poder—. Para los cleptócratas el bien común y las necesidades de la población son objetivos secundarios y solo merecen atención cuando están al servicio de lo más importante: engordar sus fortunas y seguir mandando.
El caso de los ineptos en el poder es algo distinto. Las cacocracias (los gobiernos de los malos) proliferan en sistemas políticos degradados y caóticos que repelen a los talentosos y le abren paso a los peores ciudadanos, o a los menos preparados. Obviamente es posible que a veces se combinen los dos y el Gobierno no solo sea criminal sino también incompetente. Cuando coinciden, la cleptocracia y la cacocracia se refuerzan entre sí.”
Aunque parezca extraordinario, este texto no es actual, sino un extracto del artículo “Cleptocracia y Cacocracia” que escribiera Moisés Naím para el Diario El País de España en Junio de 2018.
Traigo esta reflexión a cuento porque hace poco en alguna publicación en redes hablaba sobre la mediocridad de nuestras autoridades (a todo nivel, no sólo gobierno) y, leyendo un poco, me di cuenta de mi error. No se trata de mediocridad realmente, sino de algo mucho peor, ineptitud y corrupción. Moisés Naím la tenía clara. Y si acaso, mediocridad, la que podríamos mostrar nosotros.
Dada la coyuntura político institucional actual, quisiera llamar la atención sobre el peligro de creer que este momento “cleptocacocrático” que vivimos se vaya a resolver solo, en unas próximas elecciones, y, por tanto, que podemos darnos el lujo de esperar hasta 2026 y no hacer nada. Edmund Burke escribió que “para que el mal triunfe sólo se necesita que los hombres buenos no hagan nada”. Y a estas alturas, viendo lo que hay en la política actual, inclusive hacer algo quizás ya sea demasiado tarde o insuficiente. Necesitamos convencernos de ello y defender la democracia e institucionalidad sin ambages. Necesitamos levantar la voz.
Porque inclusive, si no estamos dispuestos a enfrentar la criminalidad e incompetencia, deberíamos reflexionar sobre el riesgo que corremos de mantenernos en un segundo plano y, cuando menos, caer en la mediocridad que “nos anima de todas las maneras posibles a amodorrarnos antes que a pensar, a ver como inevitable lo que resulta inaceptable y como necesario lo repugnante” (Alain Deneault).
Debemos rebelarnos ante esta perspectiva. Además, porque creo firmemente que, corrigiendo el rumbo actual, el Perú puede ser una potencia mundial para el 2050 (https://gestion.pe/blog/blindspot/2023/10/entre-la-utopia-y-la-inaccion.html/). Esto sin duda requiere de un mindset que no deje espacio a la ineptitud, ni siquiera a la mediocridad, sino que de paso a un sueño país, una visión compartida de un futuro mejor para todos y todas, aspiracional, sin concesiones, libre de corrupción. Porque nos merecemos más y porque podemos más.
Nuestro gran enemigo hoy es la mediocridad a la que nos están empujando ineptos y corruptos. No lo permitamos. #OtroPerúEsPosible
“Si siempre pones límites a todo lo que haces, ya sea físicos o cualquier otra cosa, se extenderán a tu trabajo y a tu vida. No hay límites. Solo hay mesetas, y no debes quedarte allí, debes ir más allá”. Recordando nuevamente a Bruce Lee.