Wishful Thinking Empresarial
“El pensamiento ilusorio (whisful thinking) es la formación de ideas, creencias o la toma de decisiones en función de lo que a una persona le gustaría creer o le generaría felicidad imaginar, en lugar de apelar a la evidencia, la racionalidad o la realidad.” (Fuente: Wikipedia).
Leer la realidad del país no es un ejercicio fácil para nadie, ni siquiera para un empresario que parecería estar más cerca del mercado (y de sus stakeholders) y quien sabe mejor informado, pero termina estando bastante más lejos de la realidad que el ciudadano de a pie.
De hecho, así lo comentaba hace poco Augusto Towsend al analizar el resultado de la Encuesta de Gerentes Generales de Semana Económica e IPSOS que mostraba la fuerte caída de la aprobación presidencial (de un 71% el año pasado a un 12% este año), y cuestionar qué verían los CEOs antes que ahora no.
Sin intentar entrar a explicar el porqué, que seguramente daría para una tesis doctoral, quisiera plantear algunas cuestiones que podrían evitar que caigamos en ese wishful thinking o, cuando menos, ayudar a salir de nuestra zona de confort mental. Para ello, propongo los siguientes 10 supuestos (entre muchos otros) para auto interpelarnos y responder, a modo de prueba del algodón:
1. La ciudadanía esta viendo algo que yo no estoy viendo (así lo dicen las encuestas o el taxista de turno) y saberlo no me preocupa.
2. Siempre estoy de acuerdo con todo lo que informa mi medio de comunicación favorito y ratificarlo día a día no me incomoda en lo más mínimo.
3. Siempre defiendo ciertas situaciones con vehemencia pero estoy dispuesto a hacer de la vista gorda cuando esos mismos argumentos no me favorecen.
4. Doy por válido un argumento sólo cuando un tercero creíble (ej. The Economist) confirma o ratifica el hecho. Mientras tanto me cuesta verlo o aceptarlo.
5. Comparto con alguien cercano lo que no me atrevería a criticar en público.
6. Prefiero callar ante ciertas situaciones (injusticias, abusos, faltas, corrupción) porque no me afectan directamente o, si lo hacen, no quiero generar problemas.
7. Me indigna la realidad del país pero no alzo la voz porque creo que pronto se solucionará, aunque no tengo claro cómo.
8. Peco de optimismo cuando yo mismo sé que la realidad es otra.
9. Sigo pensando que la economía y la política van por cuerdas separadas.
10. Creo que mi empresa puede tener éxito aunque al país no le vaya bien.
Si en algunas o todas las respuestas a estas cuestiones (respuestas afirmativas) sientes que estás siendo más emocional que racional a la hora de leer la realidad, quizás es momento de mirar más allá. Las empresas existen para satisfacer una necesidad humana. Cuanto más lejos esté tu empresa del ciudadano de a pie, más grande será el desafío de llegar a él y más difícil que tu empresa perdure en el tiempo.
Para corregir el rumbo de nuestro país y generar una real transformación necesitamos de líderes que estén un paso adelante de esa realidad que otros sólo conocen leyendo el periódico al día siguiente. Dada la coyuntura parecería que el wishful thinking es un lujo que no nos podemos permitir. ¡Seamos parte del cambio!