Sobre Propósito
En el último año he tenido la oportunidad de reunirme con un buen número de emprendedores que lideran emprendimientos sociales y ambientales, y si hay algo que me ha sorprendido es que no todos tienen claro el propósito de su emprendimiento o, si lo tienen, lo que hacen no necesariamente está alineado con ello. Esto que sucede en start ups (micro y pequeñas empresas), sucede también en empresas de gran envergadura. De hecho conozco algún caso donde el propósito, pese a ser súper claro, no se vive y, por tanto, no esta presente en las grandes decisiones de negocio.
Esta falta de propósito, o la desconexión con la razón de ser misma del emprendimiento o empresa, impide entender en toda su magnitud lo que la empresa hace (su potencial), aterrizar de manera precisa su estrategia de negocio, maximizar las oportunidades y sacar provecho de su gran poder inspirador y movilizador. Si no tengo claro porqué hago las cosas, difícilmente entenderé si lo que estoy haciendo está bien o hace sentido, hasta donde puedo llegar, y porqué merece la pena todo el esfuerzo que estoy poniendo.
Por eso cuando acuden a mi por consejo, que suele ser por temas más operativos del negocio, empiezo por preguntar por el propósito. ¿Porqué existe la empresa? ¿Cuál es su razón de ser? ¿Su misión de vida? Y cuando lo logro entender, recién allí, pregunto también por la propuesta de valor y la estrategia. Porque una vez que todos estos elementos pasan a estar meridianamente claros, todo encaja (o no), por tanto el negocio queda al desnudo, las intenciones del líder o emprendedor también, y lo que hacen (o dejan de hacer) se hace tan evidente que es cuando realmente es posible ayudarlos de verdad.
La empresa de hoy (realmente la del futuro), sea del tamaño que sea, necesita definir muy bien su propósito y grabarlo de manera indeleble en su ADN. Desde mi punto de vista, es la única manera de construir correctamente un negocio desde el corto plazo para sostenerlo en el largo plazo. Un edificio que no tiene lo cimientos bien plantados y fuertes difícilmente sobrevivirá a los grandes desafíos que tiene por delante. Una empresa que no tiene claro su razón de ser difícilmente será capaz de proyectar una imagen que ilusione y atraiga y, peor aún, de construir credibilidad y confianza en todos sus stakeholders (talento, proveedores, clientes, comunidad, planeta).
Ahora, sin duda la teoría suena bien, pero, ¿cómo hacer en la práctica para conectar con el propósito y desde allí movilizar a toda una empresa y su ecosistema? Hace más de 7 años, mientras trabajaba en Sodexo, reflexionando sobre hacia dónde debíamos ir como organización, me di cuenta que “mejorar la calidad de vida de las personas” tenía un significado tan potente que debía ser vivido al máximo por todos.
Así, en los siguientes años pivotaríamos toda la estrategia de la organización alrededor de ese propósito apuntando a conseguir grandes metas. Al principio no fue fácil, pero con el tiempo ese espíritu caló en la organización. Entonces me di cuenta también que para seguir construyendo una empresa sostenible en el tiempo, había que conectar el propósito de la empresa con el de sus colaboradores (hablamos de varios miles) y surgió el lema: “Trabajamos para ser mejores personas porque soñamos con construir una mejor empresa para un mejor Perú”. Todo este impulso nos hizo llegar muy lejos, pero esa es historia para otro artículo.
El hecho cierto es que cuando el propósito es claro y está alineado con nuestros valores y principios somos capaces de mover montañas. En el fondo, si lo vemos, se trata de un juego infinito donde, más allá del rol de cada uno, todos estamos en posición de contribuir al éxito de la empresa si creemos en la causa y crecemos junto con ella (un círculo virtuoso).
Simon Sinek (Start with Why o The Infinite Game) decía que “no es lo que hacemos, es porqué lo hacemos”. A esto añadiría, “y porqué lo hacemos define quiénes somos”. Si una empresa aspira a “mover el mundo”, el propósito debe ser su palanca.