8,000 familias en Perú nos cuentan sobre el costo socioemocional de la pandemia COVID-19
por Emma Näslund-Hadley (BID), Carolina Méndez Vargas (BID), Juan M. Hernández-Agramonte (IPA), Claudia Paola Lisboa Vásquez (OSEE, Minedu), Carolina Méndez (BID), Olga Namen (IPA), Emma Näslund-Hadley (BID), y Luciana Velarde (OSEE, Minedu)
Después del cierre de las escuelas y oficinas y de los despidos de los lugares de trabajo en todo el mundo, los expertos en salud mental advierten que las órdenes de confinamiento en el hogar por largos períodos pueden tener graves efectos en nuestro bienestar físico y socioemocional. Estando todos separados de los amigos, las interacciones cotidianas con otras personas, las rutinas y las estructuras; los problemas con la soledad, la ansiedad y la depresión van en aumento.
Para los niños y adolescentes alrededor del mundo, el cierre prolongado de escuelas y el aislamiento pueden ser particularmente traumáticos. En muchos niños y adolescentes, la separación de los amigos y las rutinas cotidianas está causando ansiedad, dolor, ira y soledad. Se avecinan las consecuencias para la salud mental en una escala sin precedentes entre niños y adolescentes. Muchos tienen miedo al virus, algunos han perdido a sus padres o abuelos. Además, la violencia doméstica y el abuso de sustancias también han aumentado.
Aunque los efectos reales del aislamiento en la salud socioemocional de los niños solo serán completamente evidentes a largo plazo, ya es posible ver cómo la pandemia está afectando a diversos grupos de niños de manera diferente. En Perú, el Ministerio de Educación (Minedu), con el apoyo de Innovations for Poverty Action (IPA) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), preguntó a 8,000 familias sobre la salud socioemocional de niños, adolescentes y sus cuidadores. [1] Esta información nos brinda un primer vistazo sobre cómo la pandemia del COVID-19 está afectando la salud de niños y jóvenes, siendo entonces un primer paso esencial en el diseño de respuestas de políticas de educación y salud.
El distanciamiento social es particularmente difícil para los adolescentes.
Encontramos que, en un índice de bienestar socioemocional, los adolescentes obtuvieron ocho puntos porcentuales menos que los estudiantes de primaria. Hay muchas razones posibles para esto. Por un lado, los adolescentes naturalmente se distancian de sus padres a medida que sus cerebros y cuerpos los preparan para la independencia, lo que hace que confinarse en el hogar con los padres sea más desafiante. También es probable que los adolescentes asuman múltiples responsabilidades nuevas durante el encierro. Esto es consistente con los hallazgos recientes de Ecuador, que muestran que los adolescentes dedican tiempo a las tareas domésticas y al trabajo además de sus labores escolares. Los adolescentes en estratos socioeconómicos más bajos tienen menos tiempo libre que sus pares en las familias más ricas.
Las adolescentes en nuestra muestra han reportado un menor bienestar que sus pares masculinos. Esto puede ser resultado de que las adolescentes asuman más responsabilidades domésticas. Aunque no incluimos esta pregunta en nuestra encuesta, durante la pandemia en Ecuador, las niñas adolescentes participan en menos actividades de ocio y más tareas domésticas que los niños. El momento difícil que enfrentan los adolescentes durante el encierro es reflejado en sus padres, quienes también reportaron niveles más bajos de bienestar que los padres de niños más pequeños.
Mantenerse conectado es importante para el bienestar de niños y adolescentes.
A los padres a menudo les preocupa que demasiado tiempo en línea afecte negativamente a sus hijos, temiendo que puedan perder el tiempo en las redes sociales o convertirse en víctimas de acoso cibernético. Sin embargo, el uso de Internet parece beneficiar a los adolescentes durante el encierro. Incluso después de controlar por estrato socioeconómico, los niños y adolescentes con acceso a internet tienen un mayor bienestar que sus compañeros sin acceso.
Los niños con menos hermanos parecen tener mejores resultados cuando se refugian en el lugar
Cuanto menor es el número de niños que una familia tiene bajo su cuidado, mayor es el nivel de bienestar que reportan, y esto es válido después de controlar la situación socioeconómica de las familias. Varios mecanismos pueden estar en juego. Los niños que son hijos únicos ya están acostumbrados a ser flexibles y creativos, lo que podría llevarlos a encontrar el aislamiento social menos desafiante. Es posible que las familias grandes tengan espacio físico más limitado para cada niño. El hallazgo también puede ser el resultado de que los niños con muchos hermanos reciben menos atención de los padres que dividen su tiempo entre más niños. Además, con menos hermanos, puede haber menos peleas por el tiempo frente a la pantalla.
La crianza en cuarentena es estresante
El confinamiento en el hogar no solo es estresante para los niños. Un gran grupo de padres en nuestra muestra informa que se siente triste y temeroso (79 por ciento). Estos sentimientos son comprensibles, dado que muchos padres se han encontrado de repente haciendo malabares con el triple papel de padre, proveedor de ingresos y maestro. Como es el caso con los niños, las familias más grandes son más estresantes para los padres. Cuanto mayor sea el número de niños bajo su cuidado, menor será el nivel de bienestar de los padres. Las madres tienen niveles particularmente bajos de bienestar, lo que podría ser un reflejo de que están asumiendo la mayor parte del apoyo educativo a distancia en el hogar (67 por ciento) en comparación con los padres (26 por ciento). En la mayoría de las familias, las mujeres también están a cargo de las comunicaciones con la escuela de sus hijos (71 por ciento) en comparación con los hombres (solo el 16 por ciento).
¿Ahora qué?
Si bien la salud física de los padres y los niños suele ser la principal preocupación, es importante cuantificar, crear conciencia y desarrollar estrategias para abordar los desafíos de salud mental de la crisis del COVID-19. La escala de la situación no tiene precedentes, y uno solo puede especular sobre los efectos a largo plazo en la salud mental en niños y adolescentes. En América Latina, donde los maestros tienden a asumir el papel de trabajadores sociales incluso en los mejores momentos (y a menudo con recursos o apoyo limitados), los sistemas educativos enfrentan una inminente crisis de salud mental de los estudiantes.
Nuestro equipo de investigación quiere saber lo que piensas. Los programas de educación a distancia que los ministerios han lanzado durante la pandemia, como Aprendo en Casa, a menudo incluyen herramientas para fomentar las habilidades intrapersonales y de ciudadanía de los estudiantes.