Y esta crisis, ¿cuándo acaba?
Por Manuel Urquidi
¡Han pasado casi seis años desde el inicio de la crisis financiera! Y, aunque desde la perspectiva de los números la cosa mejora, cuando salgo a la calle veo que la crisis sigue ahí. Esta semana hemos visto una nueva confirmación de esta realidad: según un informe de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), la economía mejora, pero no logramos volver a los niveles previos a la crisis.
A nivel de empleo, o mejor dicho de desempleo, la OIT no prevé mejoras en los próximos tres años, como puede comprobarse en esta tabla extraída del informe ‘Perspectivas sociales y del empleo en el mundo – Tendencias 2015’. De hecho, para algunas regiones, la situación va a empeorar.
‘Perspectivas sociales y del empleo en el mundo – Tendencias 2015′
Conocidas las previsiones de la OIT, una pregunta que surge es qué pueden hacer los gobiernos y en particular los ministerios de Trabajo en este contexto. En mi opinión, esta es una magnífica oportunidad para aprovechar las herramientas que poseen los servicios públicos de empleo. Los programas de intermediación laboral, complementados con programas de capacitación en planta, han demostrado ser un instrumento para promover la contratación de nuevos trabajadores. En especial para los jóvenes, que, como mencionaba en un blog anterior (‘Por la igualdad de opciones para el empleo‘), son uno de los grupos con menos opciones de encontrar trabajo. El porcentaje de desempleo juvenil duplica (y en algunos países triplica) los porcentajes del cuadro anterior.
Otra posibilidad consiste en utilizar programas de capacitación para la protección del empleo. En ellos, se capacita al trabajador, al mismo tiempo que se reducen los costos de la empresa al cubrir con becas de capacitación parte del tiempo de los empleados. Esto es muy útil en situaciones en que, debido al contexto económico, una empresa está produciendo menos y se encuentra ante la disyuntiva de reducir su plantilla. Al reducirles horas a los trabajadores, todos mantienen su empleo y, al usar ese tiempo para la capacitación, la empresa se prepara para el momento en que la situación se estabilice. En el caso de que las dificultades no cesen, el trabajador estará mejor preparado para buscar un nuevo empleo. Proteger a trabajadores que la empresa sabe que necesitará cuando termine la crisis permite que la recuperación sea más rápida. En cambio, si se les despide, después hay que contratar y capacitar a gente de nuevo.
Ambas soluciones promueven la productividad de las empresas al mismo tiempo que defienden y protegen a los trabajadores. Mejorar la productividad es una pieza fundamental para el crecimiento económico, y hacerlo con políticas que son al mismo tiempo sociales tiene doble beneficio. Es una opción en la que todos ganan.
Esta columna fue originalmente publicada en el blog Factor Trabajo del BID