Tres ideas sencillas para alcaldes que quieren bajar la inseguridad
Por Jorge Srur
Con frecuencia, encuentro alcaldes que me dicen: “estoy muy preocupado por al aumento del delito en mi municipio, pero no puedo hacer nada porque la Policía es manejada por el gobierno nacional (o estadual)”. Les comparto las tres preguntas (y sus respuestas) que habitualmente les formulo cuando los veo tentados de seguir la “doctrina Poncio Pilatos” y eludir su responsabilidad.
1) ¿Cuál es la acción de seguridad pública que más reconoce la gente en México?
La respuesta viene de la mano de la Encuesta Nacional de Victimización (2010). En primer lugar, mejorar el alumbrado público (40%). Segundo, un mayor patrullaje en las calles (37%). Y tercero, mantener parques y espacios públicos (34%). Es decir, el buen funcionamiento de los servicios de mantenimiento urbano de luminarias y parques importa igual o más que policías armados y patrulleros con alta tecnología. Los vecinos valorarían mucho también mayor control al consumo de alcohol en la calle: según esa misma encuesta, es la principal causa de miedo al crimen en la población.
2) ¿Cómo logró Barrancabermeja, Colombia, reducir en un 36% las denuncias de lesiones por violencia intrafamiliar entre abril de 2009 y marzo de 2010 (1127 a 717 casos)?
Respuesta: se creó una línea telefónica Celos Anónimos. Una conversación por teléfono de un potencial ofensor con un psicólogo puede salvar vidas de mujeres.
3) En términos de inseguridad, ¿qué diferencia hay en Washington DC entre las cuadras con 10 o más bares o locales nocturnos y las que tienen menos de 10?
Los números de la policía son reveladores: En las primeras se cometen en promedio 4 veces más delitos que en las segundas. Una regulación inteligente del espacio urbano que considere las medidas y los costos adicionales asociados a la prevención del delito al habilitar nuevos espacios comerciales o de esparcimiento es la primera forma de combatir el delito en las ciudades en expansión.
Conclusión: los alcaldes pueden hacer mucho para que sus ciudadanos se sientan más seguros, con o sin policías a su cargo. Para ellos, “lavarse las manos” sólo es aceptable como paso previo a ponerse “manos a la obra”.
Esta columna fue originalmente publicada en el blog Sin Miedos del BID