En los últimos catorce años el Producto Bruto Interno peruano ha tenido crecimientos interanuales positivos y resulta interesante averiguar cuál es el sector económico que contribuye más a nuestro PBI.
Para facilitar la comparación, les propongo que agrupemos las actividades económicas en cuatro sectores: El sector primario que incluye minería, agricultura, ganadería y pesca; el sector manufactura que incluye la fabricación de productos, como textiles, papel, plásticos, etc.; el sector construcción, que ahora tiene especial relevancia por la necesidad de desarrollar nuestra infraestructura y el sector servicios que tiene la mayor diversidad de actividades incluyendo salud, educación, banca y finanzas, comercio, gastronomía, hotelería, telecomunicaciones y transporte, entre otras.
De estos cuatro sectores, el que resalta de manera contundente, es el sector servicios. En las últimas dos décadas, la contribución del sector servicios en nuestro PBI se ha mantenido entre un 54% a un 58%. Además, es el sector que genera más empleos, 58 de cada 100 trabajadores peruanos laboran en una empresa del sector servicios.
En los países más desarrollados, el peso es mayor, el sector servicios representa aproximadamente el 75% de la economía nacional.
Considerando esta realidad, se vuelve más importante el esforzarnos por mejorar nuestros servicios, desde la forma en que los diseñamos, hasta la forma en que los entregamos a nuestros clientes.
Sin embargo, muchas empresas de servicios piensan que están vendiendo productos y no han asumido que existe una gran diferencia entre gestionar un producto versus gestionar un servicio. La principal diferencia es el nivel de contacto humano, tenemos que asumir que la administración de servicios implica gestionar una red compleja de relaciones entre personas: clientes, personal interno y proveedores.
Para brindar un servicio, es probable que un cliente deba acudir a diversos lugares o utilizar distintos medios de comunicación (en persona, por teléfono, por internet, etc.). Sin duda, el cliente ve a todas estas interacciones como una sola experiencia y cualquier falla en un lugar puede ocasionar una percepción de mal servicio.
Lamentablemente, en muchos casos, el único que tiene una visión integral de la forma como se está brindando un servicio, es el cliente. Cada departamento de la empresa sólo ve la parte que le corresponde y los directivos están más enfocados en los aspectos numéricos del negocio y generalmente están alejados de sus clientes e incluso del personal que atiende a sus clientes.
Para corregir esta situación, no basta con revisar reportes con información numérica sobre el servicio que estamos brindando a nuestros clientes. Si realmente queremos brindar experiencias de servicio excelentes, entonces tenemos que comprender a nuestros clientes, a las personas que los atienden, y tenemos que conocer directamente las experiencias que estamos brindando.
Preguntémonos ¿cuándo fue la última vez que hemos conversado con alguno de nuestros clientes o de nuestro personal de servicio?, ¿cuándo fue la última vez que hemos visitado nuestros locales de atención? o ¿cuándo fue la última vez que hemos probado nuestros servicios?
Tal vez algunos encuentren sorpresas en las respuestas a estas preguntas. Por mi parte, he tenido oportunidad de ver como algunos directivos de compañías peruanas, que operan Supermercados, visitan sus Tiendas y apoyan al personal de atención, incluso algunos se colocan el uniforme de los representantes de servicio.
Estos son buenos ejemplos que conviene seguir. Hagamos que las conversaciones con nuestros clientes sean una práctica normal de nuestra gestión diaria, les aseguro que mientras más nos acerquemos a ellos, encontraremos más oportunidades para mejorar y para diferenciar nuestros servicios de los de la competencia.