¿El modelo económico tiene aprobación? 28.03.16
El 8 de marzo un diario de circulación nacional publicó en su primera página “El 69% de los encuestados por GFK quiere que cambie el actual modelo económico”. Un 39% opinaba que los cambios debían ser moderados; un 30% se inclinaba por cambios radicales y un 20% solo por algunos ajustes. Y una encuesta de Pulso electoral (publicada el 22.03.16) muestra resultados algo similares.
La encuesta de GFK ha servido para que diversos analistas, principalmente de izquierda , argumenten en favor de cambios en el modelo económico.
Un problema clave en relación a la interpretación que se le está dando a los resultados de este tipo de encuestas, es que no se sabe qué entienden los encuestados por GFK por “modelo económico”, “por cambiar radicalmente” y por “algunos ajustes”. Por lo que trasladé dichas preguntas a Hernán Chaparro, director ejecutivo de GFK, quien me explicó que por modelo económico los encuestados entienden cosas muy básicas, problemas que enfrentan en su vida cotidiana. Agregando que “ el ciudadano de a pie también se fija si el gobernante ha cumplido, o no, con sus promesas electorales. Por ejemplo si ofreció controlar los precios y no la ha hecho. Y si resulta que subió mucho el precio del pollo, la gente se queja. Entonces cuando se pide un cambio de modelo, lo que en realidad se quiere es que baje el precio del pollo; que mejoren los sueldos”, precisó. También hay una demanda de mejora de los servicios básicos, salud, educación, seguridad ciudadana.
Entonces no es correcto utilizar los resultados de ese tipo de encuestas para demandar cambios en el modelo económico. Por cambio de modelo se entendería un conjunto de cambios estructurales que modificarían significativamente los pilares en que se sustenta el mismo. Pretender que el incumplimiento de las promesas electorales, o la ineficiencia en la lucha contra la seguridad ciudadana, justifique un cambio de modelo no tiene sentido . Es por ello que la referida encuesta de GFK muestra resultados “contradictorios” a los que algunos podrían esperar . Es así que entre los que votarían por los candidatos más cercanos al modelo, constituyen claras mayorías los encuestados que quieren un cambio de “modelo”: en el caso de PPK el 73% , en el de Fujimori (70%) y en el de Guzman (70%) .Mientras que los que votarían por Barnechea los que quieren un cambio de modelo tienen un menor porcentaje (58%).
En realidad no se necesita ninguna encuesta para concluir que el programa económico necesita cambios. Basta con leer los diferentes artículos de opinión que se escriben diariamente en Gestión y otros diarios demandando una serie de cambios al mismo. De otro lado, al menos yo no he leído ninguna opinión que manifieste que el modelo está bien como está y no necesita cambios. Eso también sería un sin sentido. Es que hay que considerar que una cosa es el modelo, y otra como se lleva adelante el mismo. Y en el caso de la administración Humala, como bien dice Juan Mendoza, están jalados en macroeconomía; y en los aspectos micro están peor. Es por ello que la población se queja de la calidad de los servicios públicos y de algunos privados.
De lo que sí existe evidencia, es de la reacción popular cuando se plantean algunas desviaciones significativas al programa. Por ejemplo cuando Ollanta Humala tuvo la desafortunada idea de mencionar que evaluaba la posibilidad de comprar Repsol. La reacción fue instantánea y contundente. Y como afirma Steven Levistky, que no es precisamente un fanático del modelo, “ esta alergia a la intervención estatal no se limita a la derecha: se extiende al centro y hasta al centro-izquierda. Y no se limita a la élite: el Consenso de Lima abarca casi toda la clase media limeña y una parte significativa de los sectores populares”.
Es que hay que tener en cuenta que los peruanos en general, y los limeños en particular, luego de las décadas de los 70s y 80s, quedamos vacunados fundamentalmente contra dos cosas: la hiperinflación (cuyo origen se adjudica básicamente al Estado), y el terrorismo.