La publicidad de 'comida chatarra' (II)
Pasaron tres meses desde que escribí sobre este tema y el debate en vez
de esclarecerse parece que se torna más confuso. Una gran
cantidad de columnas han aparecido principalmente en contra de la
propuesta legal de regular la publicidad de ‘comida chatarra’, cosa que no
extraña al estar en juego unos 200 millones de dólares de inversión publicitaria al año.
Cuatro puntos clave para disipar dudas, algunas provocadas intencionalmente.
Las incontables reuniones en las que participé con todos los involucrados (congresistas, organismos internacionales, empresarios, médicos, nutricionistas, abogados, anunciantes, y más), me han afirmado que el tema tiene enormes consecuencias económicas y, por tanto, confluyen los intereses económicos empresariales, la responsabilidad social, y el bienestar común buscado desde el Estado. Por ello trataré de aclarar temas que, a veces y por diversos motivos, se buscan hacerlos inexactos con irresponsable intencionalidad.
1. ¿Es un problema?
La obesidad es un problema y grave. La OMS lo considera el quinto riesgo de mortalidad a nivel mundial causante de enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas, diabetes, entre otros. En el Perú uno de cada cuatro niños es obeso y se aplica a todos los niveles socioeconómicos (recordemos que hay muchos casos de obesos desnutridos). Se ha llegado al punto crítico de que en Lima existen 203 casos de niños diabéticos, algo realmente grave.
2. ¿La publicidad tiene responsabilidad?
Las principales causas de la obesidad son tres: el factor hereditario, el sedentarismo y los hábitos dietéticos. La publicidad es uno de los grandes responsables del tercero; es decir, de las decisiones que tomen adultos y niños sobre los productos que se consumen.
Las posiciones más liberales mencionan que no se puede atentar contra el derecho a información sobre la ‘comida chatarra’, que es libertad de cada uno decidir consumirlos o no, y que es responsabilidad de los padres inculcar a los niños una cultura de alimentación saludable.
Sobre este punto, lo siguiente:
- La publicidad tiene una enorme capacidad de persuasión que multiplica su efectividad si es dirigida a niños. Según diversos estudios, los niños entre 6 y 8 años son incapaces de comprender las intenciones de la publicidad; es más, frecuentemente aceptan como verdad absoluta los enunciados que transmiten.
- En el Perú, niños de 7 a 11 años de doce ciudades del país señalan que el 64% se había sentido influido por la publicidad al momento de querer comprar algo. El porcentaje se incrementa aún más en niños de 7 años (74%) y en el nivel socioeconómico alto (92%).
- Al mes se invierten 19 millones de dólares en publicidad de ‘comida chatarra’. Que el Estado pueda competir con campañas informativas frente a tal cifra es insostenible. Además, información recopilada en diez países descubrió que a más spots televisivos de ‘comida chatarra’, mayor la prevalencia de sobrepeso en niños.
3. ¿Se debe regular la publicidad de ‘comida chatarra’?
Sí, y lo que se resalta poco -y parece irónico – es que incluso los anunciantes están de acuerdo. La necesidad de una regulación no solamente se corrobora en la firma de un pacto de autorregulación que firmaron algunos anunciantes peruanos (y que recién se aplicaría en unos meses), sino también en documentos internacionales firmados por empresas mundiales como Coca Cola, Bimbo, Kellogs, Kraft, Nestlé, entre otros.
En dichos documentos que están bajo el nombre de “Compromiso Global de Comercialización Responsable y Publicidad para Niños“, las empresas se comprometen, literalmente, a “no anunciar los productos a todos los niños menores de 12 años” e incluso a “reformular los productos ya existentes y desarrollar innovaciones que ofrezcan opciones más saludables para nuestros consumidores”.
Es importante mencionar que el espíritu de la autorregulación es
comprometerse voluntariamente a complementar las normas existentes para
llevar a cabo mejores prácticas empresariales, no intentar suplirlas o
sugerir la necesidad de dejar todo en mano de las empresas.
4. ¿Se debe prohibir la publicidad en horario familiar?
En mi opinión no. Una nueva propuesta que ya se viene discutiendo diversos ámbitos me parece que es más efectiva: una regulación basada en verificar que el contenido de la publicidad de ‘comida chatarra’ no esté dirigido a niños. Es decir, la prohibición de toda aquella publicidad que por su contenido, argumentos, gráficos, música, personajes y demás sean atractivos y estén dirigidos hacia ellos.
No quiero dejar de destacar la iniciativa innovadora de Disney (descrito en un post anterior) de cómo utilizó el poder de su imagen, ‘la magia de Disney’, para cambiar los hábitos alimenticios de los niños lanzando la “Selección Mágica de Disney” donde se vendían frutas y carnes utilizando los personajes más famosos de la compañía.
Asimismo, termino recogiendo una interesante reflexión que hizo el Dr. Elmer Huerta en su blog en el diario El Comercio:
La historia de la salud pública nos ha enseñado que la protección de la comunidad es más importante que el derecho individual y de las industrias que están detrás de ellos. De allí que la máxima de Cicerón Salus populi suprema lex esto se vuelve más cierta que nunca.
Salus populi suprema lex esto quiere decir “Haced que el bienestar del público sea la ley suprema” y puede interpretarse como que el bienestar de la comunidad tiene siempre precedencia sobre los derechos individuales y de las empresas. Esta acepción es respetada por todas las cortes en el mundo.
¿Y tú, qué opinas sobre la regulación de la publicidad de ‘comida chatarra’?