Redacción Gestión

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Las nuevas generaciones deben asumir su responsabilidad para construir el patrimonio de largo plazo que desean.

En materia de seguridad social, la reforma pensionaria de 1997 ha replanteado completamente la visión de las pensiones, de modo que la generación de los millennials (nacidos en las décadas de los 80 y 90) experimentará nuevos derechos y responsabilidades, que tendrán poca relación con la experiencia que han tenido sus padres y abuelos como contribuyentes a los sistemas de pensiones.

El anterior modelo de pensiones de beneficio definido, donde los trabajadores pagaban con sus aportaciones las pensiones de los jubilados, es un modelo insostenible, puesto que los beneficios que otorgaban no correspondían con las contribuciones de los trabajadores, de modo que se generaba un creciente pasivo laboral a cargo del erario público y que finalmente se vería reflejado en un incremento de los impuestos o del nivel de endeudamiento del país.

El nuevo modelo, en contraste, otorga a cada trabajador una cuenta individual para que a lo largo de su vida laboral construya su patrimonio. Éste también es un sistema de pensiones, porque el objetivo principal del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) es maximizar el ahorro disponible de los trabajadores, por medio de inversiones de largo plazo, para mejorar sus expectativas de pensión al momento de su retiro.

El gobierno, por medio de entidades reguladoras, se encarga de que el sistema mantenga comisiones competitivas a cambio de altos rendimientos (actualmente en el SAR, de cada peso administrado, 45 centavos corresponden a rendimientos de gestión que las afores dan a los trabajadores), lo cual contribuye a multiplicar el ahorro del trabajador.

El principal cambio en el paradigma pensionario se centra en que la pensión se contabilizará sólo con los recursos acumulados en su cuenta individual y que la responsabilidad de incrementar los recursos recae en cada uno de nosotros. En función de cuáles son sus expectativas y proyectos de largo plazo, las personas deben elegir cuánto ahorrar por encima de los niveles de aportación obligatorio, los cuales son insuficientes y se encuentran entre los niveles más bajos a nivel mundial.

Además, cualquier trabajador puede obtener una cuenta individual y existen modelos de ahorro voluntario para trabajadores empleados en empresas, pero que también admite a trabajadores independientes, que realizan actividades como freelancers, por honorarios, etcétera. Incluir el apartado del ahorro en todas las asignaciones del presupuesto familiar y personal es el reto que los millennials no pueden eludir más.

Diario El Economista de MéxicoRed Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)