(Bloomberg) Donald Trump viajó a Batumi, ciudad turística del Mar Negro, en 2012 y, de pie junto al entonces presidente georgiano Mikheil Saakashvili, anunció un acuerdo que otorgaba la licencia de su nombre a una Torre Trump residencial de 47 pisos y un valor de US$ 250 millones que sería construida por un promotor inmobiliario local llamado Silk Road Group.

Seis meses más tarde, el partido de Saakashvili perdió las elecciones parlamentarias y posteriormente terminó su mandato. Él se fue de Georgia, temeroso de que sus opositores fortalecidos pudieran encarcelarlo. La Torre Trump en Batumi parecía estar condenada --hasta ahora--.

"El proyecto seguirá adelante, las conversaciones están en marcha", dijo Giorgi Ramishvili, fundador de Silk Road, a la televisión georgiana el martes. "En cuanto termine el período de transición en algún momento de enero, podemos hablar".

Contactado telefónicamente, Ramishvili se negó a ahondar en el tema. "No puedo decir nada más sin la luz verde de los socios", dijo.

*¿Financiamiento más fácil?*El proyecto inmobiliario georgiano es uno de los numerosos acuerdos de Trump que súbitamente se ven desde otra perspectiva ahora que están asociados al presidente estadounidense entrante. Los expertos dicen que algunos podrían encontrar financiamiento o aprobación con mayor facilidad, lo cual plantea preocupaciones respecto del conflicto de interés. Trump ha dicho que presentará su plan para eliminarse de su negocio este jueves, pero es poco probable que se rompan los acuerdos que firmó con socios empresariales en el mundo entero. La Organización Trump no respondió a las consultas.

Lincoln Mitchell, ex profesor de la Universidad de Columbia y experto en Georgia, dijo que el gobierno puede dar luz verde al proyecto porque está ansioso por construir una relación con el presidente entrante --o quizá temeroso de distanciar al admirador declarado del presidente ruso Vladimir Putin--.

Georgia está asentada sobre el cruce de oleoductos y gasoductos que transportan petróleo y gas a Europa y es estratégicamente importante para Occidente. En 2008, quedó marcada por su guerra con Rusia por las regiones separatistas, y una quinta parte del país sigue estando bajo el control de fuerzas prorusas. Los funcionarios georgianos, esperanzados todavía en que su país pueda incorporarse a la OTAN, están nerviosos respecto del deseo proclamado por Trump de forjar relaciones más estrechas entre los Estados Unidos y Rusia.

El anuncio referido a la Trump Tower se conoció en vísperas de las elecciones parlamentarias de 2012, en las que el partido de Saakashvili fue derrotado por la coalición Sueño Georgiano del ex primer ministro Bidzina Ivanishvili. Ivanishvili, que es aún hoy una figura fuerte, expresó desprecio por Trump y por el proyecto.

"Trump no invirtió en Georgia", dijo a los periodistas en 2012. "Fue una especie de truco. Le dieron dinero y los dos jugaron juntos, Saakashvili y Trump. Y, como saben, Saakashvili era un maestro de las mentiras. No sé en qué consiste este proyecto, nunca me interesé seriamente en él. No haremos nada sobre la base de cuentos de hadas".

Saakashvili no respondió en forma inmediata a las consultas.

Trump se alineó estrechamente con Saakasvili cuando anunció el desarrollo inmobiliario georgiano y calificó a Batumi de Montecarlo del Cáucaso. Ambos habían firmado los planes para el proyecto en 2012 cuando se reunieron en Nueva York. Fue luego de años de trabajo preparatorio, primero de la ex esposa de Trump, Ivana, que viajó a Georgia en 2009, y posteriormente de Michael Cohen, vicepresidente ejecutivo de la Organización Trump, que pasó tres días allí en 2010.**