De acuerdo a la Cámara Peruana de la Construcción (Capeco) el 80% de las viviendas en el territorio nacional son construcciones informales, de los cuales la mitad son altamente vulnerables a un terremoto de alta intensidad
Incluso en las zonas periféricas de las ciudades esta cifra llega al 90%, siendo uno de los principales riesgo ante un eventual sismo pues en Lima se construyen miles de viviendas informales cada año.
Al año se construyen 50,000 viviendas informales en Lima, a través de la autoconstrucción, según ADI.
Esto es especialmente preocupante en zonas con suelo flexible como Villa El Salvador, las playas del sur, como San Bartolo, Ventanilla, Comas, Independencia y San Juan de Lurigancho.
La reducción de costos que hacen algunas familias al construir sus hogares representan un riesgo ante un terremoto, según explicó el director general del Centro Peruano Japonés de Investigaciones Sísmicas y Mitigación de Desastres (CISMID) de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), Carlos Zavala.
“Utilizan ladrillos tubulares, que no son aptos para construir paredes portantes, de acuerdo con la normatividad vigente. En el Perú la gente autoconstruye con el material más barato. No saben que por carga de gravedad pueden funcionar, pero cuando venga la carga de un sismo fuerte no van a resistir y perderán su inversión”, señaló a la Agencia Andina.
La construcción con ladrillos tubulares resiste 50% menos que otra edificación con ladrillos de fábrica e incluso los de tipo sólido artesanal.
Incluso señala que esto ni siquiera representa una gran diferencia en el presupuesto de construcción para las familias.
La diferencia de costo entre el ladrillo tubular y el artesanal es menor al 30%.
“Es básicamente porque los engañan, les ofrecen ese ladrillo que lamentablemente es una inversión desperdiciada porque tras un sismo fuerte no van a poder reparar la casa, porque será muy caro hacerlo. En muchos casos habrá que demolerla”, precisa.