Redacción Gestión

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Diario El Economista de MéxicoRed Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)

Existen muchas profesiones y modelos de negocio con diversas especialidades que persiguen objetivos distintos en los sectores de la economía, pero todos coinciden en un punto: son remunerados, es decir, generan ingresos a quienes los realizan, que a su vez requieren realizar gastos para obtener bienes y servicios en el transcurso de la vida.

Al escuchar esta reflexión, me pregunté: ¿alguna vez me lo explicaron? ¿A quién no le hubiera gustado que desde pequeño le hablaran sobre cómo administrar mejor sus ingresos y como controlar sus gastos?

En la escuela nos enseñaron a desarrollar conocimientos, aptitudes y habilidades como analizar y comprender los objetos de aprendizaje de un plan de estudios para aplicarlos en nuestra vida cotidiana, y así incrementar nuestro nivel de competencia para avanzar en grados escolares obteniendo los títulos correspondientes.

Sin duda, las competencias generadas durante la vida escolar tienen una relación directa con el nivel de ingresos que una persona pueda obtener en el campo laboral o de los negocios, pero el punto radica en saber cómo aprovechar los ingresos generados para maximizar su impacto en favor de uno mismo y de los que lo rodean.

Es debido a esta carencia de desde edades tempranas que en la actualidad podemos encontrar a algunas personas con títulos de educación superior y posgrado que cuentan con las competencias necesarias para realizar actividades complejas y de alto impacto, pero que no usan correctamente o no aprovechan al máximo los productos y servicios financieros, o cuyo ingreso no alcanza para cubrir sus gastos a pesar de contar con ingresos altamente remunerados.

En la medida en que las personas aprendamos desde pequeños a administrar mejor nuestros ingresos y controlar gastos, el beneficio se extenderá a la sociedad en general, contribuyendo positivamente con la economía del país. Al día de hoy, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), más de 40 países han incorporado ya algún tipo de educación financiera en escuelas. Inclusive, existen 12 países que han desarrollado marcos completos de aprendizaje en educación financiera adaptada a los sistemas de enseñanza y planes de estudio.

Fomentar la educación financiera entre niños y jóvenes les permitirá tomar conciencia sobre el valor del dinero, cómo administrarlo en un contexto de valores desde ahora y sobre todo permitirles maximizar el uso de sus ingresos cuando sean personas productivas de nuestra sociedad.

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