La pandemia del COVID-19 provocó un golpe económico en personas y empresas se vieron en la necesidad de requerir la reprogramación o refinanciación de sus deudas para evitar moras. Por ese motivo, se han desarrollado una serie de estrategias para reducir las pérdidas en el sistema financiero, indicó la Asociación de Bancos del Perú (Asbanc).
Asimismo, la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) instauró medidas complementarias para que puedan ser aplicadas a fin de optimizar gestión de riesgos.
Según especialistas consultados por Gestión.pe es preferible reprogramar la deuda antes de refinanciarla. Sin embargo, si se opta por la segunda opción, es importante que el usuario evite el vencimiento de la misma antes de solucionar con el sistema financiero. Por tal motivo, es importante conocer sus diferencias y en qué momento es necesario solicitar alguno de estos mecanismos para no ser absorbido por las deudas.
Reprogramación
Jorge Carrillo Acosta, profesor de Pacífico Business School señala que la reprogramación se genera cuando existe una dificultar temporal para el pago de crédito. “Por ejemplo, si estás en suspensión perfecta, algunos meses dejarás de percibir ingresos, pero no has perdido tu trabajo. Si la tienda está cerrada por cuarentena, también es temporal. En ese caso corresponde a una reprogramación”, explica.
Cuando se refiere a reprogramación, el banco da un periodo de gracia durante algunos meses para que el usuario pueda recuperar sus ingresos. Sin embargo, mientras mayor sea este plazo, los intereses se incrementan a pesar de que las tasas se mantienen. “El valor de la cuota va a aumentar porque el banco está prestando más tiempo el dinero”, indica Carrillo.
Carrillo comenta que muchas personas creen que al reprogramar un crédito los intereses se mantienen. Pero, ello no es así. Por el contrario, la cuota aumenta porque todavía hay intereses por más tiempo.
En esa línea, Juan Carlos Ocampo y coordinador de economía de la Universidad Privada del Norte explica que para obtener la reprogramación es importante estar al día en los pagos, porque de esa manera se brinda confianza al banco. Además, está destinado a las personas que por el momento tienen dificultades de hacer sus pagos. Caso contrario a la refinanciación.
Si una entidad del sistema financiero otorga la reprogramación de deuda, el porcentaje de provisión no varía. Se logra mantener en un 1% de la cartera total.
Refinanciamiento
Si bien el refinanciamiento tiene similitudes a la reprogramación, posee dos grandes diferencias: baja la calificación crediticia del usuario en los bancos y se incrementa la tasa de interés por el mayor riesgo. Ocampo menciona que optar por este mecanismo no suele recomendarse, aunque hay personas que sí lo utilizan porque tienen un problema estructural permanente en sus finanzas.
“Es destinado para personas que reaccionan después de vencido su crédito y necesita provisionar el fondo. Generar esta provisión obliga al banco subir las tasas de interés, y sobre todo el usuario recibe una calificación de riesgo menor, lo cual no es recomendable”, comentó Ocampo.
Explicó que, salvo casos extremos, como la pérdida de liquidez, es necesario refinanciar. “Si una persona no puede pagar por la crisis necesita más plazo y tiempo para buscar una salida que le permita tener un ingreso adicional”, detalla. En la refinanciación, la institución financiera provisiona el 25% del total del saldo del crédito.
Recomienda que una vez los ingresos se hayan recuperado, el usuario debe prepagar. “Si se tiene una deuda reprogramada lo mejor es adelantar los pagos. Ello genera una buena señal para el banco porque demuestra que se está recuperando y así su calificación”, comentó.