A veces es posible salir de casa sin siquiera llegar a la puerta. Se trata de una escapatoria llamada literatura. Y fue a la que muchos recurrieron este año, sobre todo aquellos que se encargan de hacerla . Cuatro escritores explican cómo la lectura los acompañó durante este tiempo.
’'Buscando recobrar el tiempo’'
Para Alonso Cueto, la pandemia ha supuesto el redescubrimiento de lo que somos como individuos y como parte de una sociedad. “Nuestras enormes virtudes y carencias han aparecido de un modo muy dramático”, nos dice.
“La literatura nos ha ayudado a entender mejor nuestra situación. La cuarentena nos ha dado más tiempo y necesidad de leer. Este año empecé con ‘La peste’ y ‘El extranjero’ de Albert Camus. Seguí con las re lecturas de Hermán Melville y terminé el año con lo mejor que me ha pasado: ‘En busca del tiempo perdido’, de Marcel Proust. Eso es lo que hemos sido este año, me parece. Extranjeros bajo la peste que como ‘Bartleby’ preferirían no hacerlo... buscando recobrar el tiempo”.
“Nuestras enormes virtudes y carencias han aparecido de un modo muy dramático”.
Santiago Roncagliolo, por su parte, compara este año de confinamiento con su vida de niño. “Cuando era niño había confinamientos en cierto modo. Y toques de queda. Pasaba mucho tiempo en casa. Pero leyendo viajé, me divertí, me emocioné, conocí gente real y ficticia. Los libros hicieron entonces y ahora que mi mundo no terminase en la pared”, revela.
Entre los libros que el autor de “Abril rojo” leyó este año, están: “La hija única” de Guadalupe Nettel. “Un lamento por la maternidad” y “El infinito en un junco”, de Irene Vallejo. Un ensayo sobre la historia de los libros y los libros en la historia. “También me conmovió ‘Poeta chileno’, de Alejandro Zambra. Qué cercano ese libro para un latinoamericano de mi generación”.
’'El año del duelo’'
Para Katya Adaui, este año bien podría llamarse el año del duelo. “Cada alegría ha costado más, se siente más preciosa. Cuando pude sostener el trabajo a mediano plazo, por fin conseguí leer y escribir. Allí me amparo hasta hoy”, revela.
Para ella estuvieron títulos como “Las malas” de Camila Sosa Villada, “Cometierra”, de Dolores Reyes, “Pajarito”, de Claudia Ulloa Donoso, “Un pequeño lugar”, de Jamaica Kincaid, “Y la muerte no tendrá dominio”, de Victoria Guerrero, “No es un río”, de Selva Almada, “El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes”, de Tatiana Tibuleac, “Bluets”, de Maggie Nelson y “Croma”, de Derek Jarman.
“Entre mis favoritos están estos libros que adoro por su instancia de extrañeza y luminosidad. Trato de leer de forma nutricia, como las plantas, cada lectura siendo alimento para mi propia escritura”, apunta.
’'La literatura, un salvavidas’'
Karina Pacheco describe a la literatura como su salvavidas. “Siempre lo ha sido. Además, a lo largo de este año he podido sumergirme y concluir una nueva novela”, señala.
“De niño, durante los toque de queda, los libros hicieron que mi mundo no terminase en la pared”.
“He leído muchos libros, especialmente en la segunda mitad del año (al principio estaba en shock y sobre todo leía prensa de diferentes países, como tratando de entender qué estábamos atravesando como mundo)”, recuerda la escritora cusqueña.
Entre sus libros favoritos de este año destacan: ‘Pequeñas mujeres rojas’, de Marta Sanz, ‘La vida entera’, de David Grossman; ‘Los errantes’ y ‘Un lugar llamado antaño’, de Olga Tokarczuk; ‘Terra Alta’, de Javier Cercas; ‘Como si nos tuvieran miedo’, de Juan Carlos Cortázar, ‘Infiel’, de Joyce Carol Oates. En no ficción, destacaría: ‘En tiempos de contagio’, de Paolo Giordano (excelente para este tiempo) y ‘Goddesses, Whores, Wives and Slaves’, de Sarah Pomeroy.