(Foto: Difusión)
(Foto: Difusión)

El custodiado complejo de fachadas amarillas en McLeod Ganj, un poblado en la cordillera india del Himalaya, permanece en silencio, donde el aislamiento y el hermetismo mantienen a salvo del al “último” dalai lama.

Desde finales de febrero, el líder budista tibetano que cruzó andando el Himalaya en 1959, tras una fallida revuelta popular en Lhasa contra el dominio chino, permanece confinado entre los muros de su humilde residencia en el exilio, esta vez temiendo el alcance de un virus que, paradójicamente, se originó en China.

La rápida propagación de la enfermedad llegó a su exilio en la populosa India, convertida en una amenaza para todo, incluso para Lhamo Dhondup, el nombre de nacimiento del máximo líder religioso budista, última pieza de un legado cuya continuidad levanta cada vez más dudas.

Sus apariciones públicas se suspendieron oficialmente el pasado 9 de marzo, una semana antes de que la India ordenara el confinamiento total de sus 1,300 millones de habitantes, incluido el estado de Himachal Pradesh, que alberga su residencia y que ha informado de 40 casos positivos y una muerte, la de un tibetano exiliado que volvió de Estados Unidos a mediados de marzo.

"Como medida de precaución, en vista del brote del Covid-19, todos los compromisos de su eminencia el dalai lama fueron suspendidos indefinidamente", dijo la oficina del líder budista.

El secretario del dalai lama, Tseten Samdup, quiso despejar cualquier duda y aseguró que el religioso, que cumplirá 85 años en julio, "goza de muy buena salud".

El dalai lama había iniciado un ritual de meditación a finales de febrero, justo antes de que el brote comenzara a propagarse en la India.

"Su eminencia había comenzado un retiro voluntario de meditación en su residencia, como hace todos los años, así que ha estado aislado de riesgos incluso antes de que comenzara todo", reveló una fuente próxima al líder religioso que pidió el anonimato.

Las entradas a la residencia, ya de por sí fuertemente custodiada, han sido restringidas y los tibetanos están cumpliendo con las medidas generales implementadas en toda la India, sobre todo el confinamiento impuesto hasta el próximo 3 de mayo.

"Estamos cumpliendo seriamente la instrucción de no salir de nuestras viviendas, especialmente las personas que rodean el ambiente de su santidad el dalai lama", añadió la fuente.

El dueño del futuro tibetano

De la salud del dalai lama depende el futuro de una comunidad de más de 6 millones de tibetanos en China, que ejerce su dominio sobre el Tíbet pese a la resistencia interna y en el exilio.

China planea nombrar a la decimoquinta reencarnación tras la muerte de Lhamo, lo que serviría al Partido Comunista chino para consolidar el control sobre la región.

Las audiencias públicas del patriarca budista ya habían sido restringidas en abril del 2019, después de que el dalai lama sufriese una infección respiratoria que lo mantuvo hospitalizado varios días en Nueva Delhi.

Las apariciones del dalai lama han quedado contenidas a sus redes sociales con sus consejos habituales sobre convivencia, bondad y bienestar común.

Lhamo, hijo de una familia de granjeros en un poblado del Tíbet, fue reconocido como la reencarnación del XIII Dalai lama en 1937, cuando apenas tenía dos años.

La tradición budista contempla que se encontrará un nuevo dalai lama tras la muerte de su predecesor.

Esta creencia se ha topado con la firme posición de China de impedir un sucesor elegido de acuerdo a la tradición y la imposibilidad de que este se "reencarne" fuera del Tíbet.

El dalai lama además ha sembrado más dudas sobre su sucesor, al exponer la posibilidad de que quizá por primera vez se reencarne fuera del Tíbet, o en una mujer, o quizá él sea el último.

Rezar no es suficiente

Este mes, el monje publicó una carta refiriéndose directamente a la pandemia, después de, según explica en el texto originalmente publicado por la revista Times, reiterados llamamientos de sus seguidores para que usase sus "poderes mágicos" para ayudar a la Humanidad.

"El dalai lama no tiene poderes mágicos", respondió. "Si los tuviera, no sentiría dolor en mis piernas o dolor de garganta. Todos los seres humanos somos iguales, y experimentamos los mismos miedos, las mismas esperanzas, las mismas incertidumbres", continuó.

En la misiva, el monje habla del brote de "este terrible coronavirus" como una demostración de que "lo que le sucede a una persona pronto puede afectar a cualquier otro ser", pero insiste en que "la oración no es suficiente".

Un miembro de la comunidad tibetana en el exilio, que pidió el anonimato, aseguró que más allá de la restricción al contacto con personas ajenas a la residencia, el budista continúa con su rutina habitual: se despierta a las tres de la madrugada y medita y reza hasta las seis de la mañana.

"Además ha seguido con sus caminatas dentro de los espacios de la residencia, continúa con sus estudios y leyendo noticias del mundo", dijo.

Durante estos días, y en medio del riguroso confinamiento impuesto por el Gobierno de la India, se han limitado las reuniones con su equipo de trabajo, pero no sus enseñanzas.

"Como budista, creo en el principio de la no permanencia", ha dicho el dalai Lama, sobre la creencia de que el cambio es inevitable.

Eventualmente, este virus pasará: “como he visto pasar guerras y otras amenazas terribles en mi vida, tendremos la oportunidad de reconstruir nuestra comunidad global como hemos hecho antes tantas veces”, concluyó el líder, que planea vivir hasta los 113 años.