| El rally Dakar celebra en este año 2018 su cuadragésima edición, la décima que se disputa en Sudamérica, donde el raid más duro del mundo no tiene intención de marcharse de momento, pues en el continente sudamericano ha encontrado una variada orografía, apoyo de autoridades y un buen número de aficionados.

El Dakar halló en los desiertos, altiplanos y pedregales de la región la estabilidad que le obligó a salir hace diez años de África, su escenario original, por amenazas terroristas.

En este decenio, cada vez más países se han animado a recibir al circo 'dakariano' y formar parte de su recorrido desde que en el 2009 se hizo la primera edición en Sudamérica.

Argentina es el único país que ha estado presente hasta ahora en las diez últimas ediciones del Dakar, incluida la de este año, ya sea como punto de partida o de llegada del rally, o incluso de ambas, como ocurrió en seis ocasiones, cuando acogió tanto la salida como la meta.

Por Chile, el Dakar ha pasado en siete ocasiones, desde el 2009 a 2015; seguido con cinco ediciones por Bolivia, fijo en el trazado del rally desde 2014; mientras que Perú ha recibido la carrera en tres ocasiones (2012, 2013 y 2018), con una frustrada salida en 2016 que canceló con apenas seis meses de antelación.

El último país en recibir al Dakar fue Paraguay, de cuya capital Asunción partió la edición de 2017 en una breve estancia antes de adentrarse rápidamente en el territorio argentino.

No es casualidad que para este año de simbólicos aniversarios el Dakar salga de Lima, pase por La Paz y termine en Córdoba (Argentina), pues esos tres escenarios hacen que esta prueba tenga la esencia de su original aventura africana, unido a los climas más extremos de la región y a la cercanía de los aficionados.

En Perú tendrá cinco etapas íntegramente de dunas altas y de arena fina muy similares a las que se pueden encontrar en el desierto del Sahara, mientras que la altura y el frío del altiplano boliviano le confiere a esta carrera otro grado mayor de dificultad para los corredores que no podía tener en el clima abrasivo de África.

Una vez en Argentina, cuya dureza y dificultad de sus terrenos es ya de sobra conocida por los pilotos del Dakar, terminará en Córdoba, la capital de los deportes de motor para los argentinos, donde se vive con mayor fervor la afición por los rallys.

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