Suenan más en México que aquí. Y quienes apenas los conocen no los identifican como peruanos. Es la primera orquesta local de salsa que nos representará en los Grammy Latino, su tercer disco “La Llave del Son” competirá en la categoría Mejor Álbum Tropical y, pese a ello, piensan ya en el siguiente material, mientras se alistan para su próxima gira en Estados Unidos.
El Septeto Acarey, por lo pronto, se ha adjudicado el galardón más escurridizo: el del público que ha sintonizado con su son tradicional cubano en un entorno donde los covers o las versiones ya testeadas definen las propuestas del género. Ello, además, en un mercado en que la cumbia se disputa el trono con el ‘autotune’ simple pero efectista.
A la búsqueda de nuevos sonidos
Reynier Pérez asumió el riesgo en 2014. Así, tras separarse de Mayimbe y, con ello renunciar a un salario fijo y la estabilidad que le proporcionaba, el bajista cubano con nacionalidad peruana dio el paso.
“Me dijeron que estaba loco, pero yo tenía la idea de formar una agrupación que hiciera salsa diferente, que tuviera el son tradicional cubano pero mezclado con aires nuevos. Yo quería crear ese sonido”, dice desde un pequeño estudio en La Victoria.
La hazaña no fue gratuita. En absoluto. El Septeto experimentó un camino que demandaba aguante: había ensayos, pero no presentaciones. Hasta que Reynier Pérez apostó casi lo único que le quedaba: la fe. “Le pedí tanto a la Virgen de Guadalupe, le tocamos por primera vez en su día,12 de diciembre de 2014”.
Pero 2015 no fue mejor. Lanzaron un sencillo (“Eres mi sueño”), algunas canciones más, pero los contratos no llegaban. Fueron casi dos años sin tocar, en cero, y con bajas en la agrupación.
La internacionalización se anticipa
El avance era lento. De repente, hacia fines de 2016, como si se tratase de una señal divina, la orquesta cayó en cuenta de que un alto porcentaje de sus oyentes en plataformas digitales provenía de México.
Fue ese país el primero en abrirles las puertas. El Septeto se presentó así en el festival de música regional en el Estadio Azteca en 2017. Aquel día tocaron ante 80 mil personas. Nadie es profeta en su tierra, dice el refrán.
Sonar en México fue un punto de quiebre: no solo le facilitó a la orquesta ser escuchada en otros países, sino también comenzar a ser más conocida en la tierra donde nació.
“Toqué las puertas de algunas emisoras locales, pero nos hicieron caso solo cuando se dieron cuenta de que veníamos con un tema que había pegado fuera (‘Eres mi sueño’)”.
Así, llegó un primer disco. Casi, de inmediato, otro “Enamórate Bailando”. Producción en que entra a tallar Jorge Luis Piloto, compositor cubano con dos Grammy bajo el brazo y con el historial de haber escrito para Gilberto Santa Rosa, Luis Enrique y Rubén Blades.
“Con sus letras, Acarey comenzó a coger un nivel de canciones propias, de ahí empezaron los feat con grandes artistas”, relata Pérez.
La canción estrella del segundo álbum tuvo, precisamente, la colaboración de ‘El Caballero de la Salsa’ y, con ello, la primera nominación para Septeto en los Grammy Latino 2018. Ahora es el feat con Luis Enrique con “El Afortunado”, en su más reciente álbum, el que los ha vuelto a poner en la mira.
El fundador de la orquesta reconoce que su cercanía con Jorge Luis Piloto ha sido fundamental tanto para generar colaboraciones interesantes, como para producir canciones propias. “Él ha sido el puente para llegar a otros artistas, por eso Acarey es también como si fuera su proyecto”, señala Pérez.
Una propuesta fresca
Hoy la agrupación quiere asentarse con ese sello distintivo, el de apostar por canciones propias y resistir la tentación de los covers.
“Los covers siempre pegan más rápido porque son temas que ya están colocados en el mercado. Pero yo quiero poder crear canciones originales, esas son las que se quedan en la mente, no llegan y se van”.
La búsqueda por lo inédito, dice Pérez, también define su método de trabajo. A la semana el Septeto ofrece un máximo de cuatro presentaciones, evita someterse a ritmos imparables de 10 a 15 conciertos.
Para su fundador, todo tiene una explicación: También se puede hacer menos cobrando bien. Y reservar tiempo para crear y planear.
“Cuando matas mucho a tu gente, después no quiere hacer nada, ahí uno se estanca, lo único en que se convierte es en un obrero de la música y no en un profesional”, dispara.
Pérez tiene en claro lo que quiere para el Septeto. Reconoce que un disco es altamente caro, más aún si va con material audiovisual. Pero “si no haces un video, la canción se queda (atrás)”, reflexiona. Y cubrir los costos puede ser aún más retador cuando se es independiente.
Aun así la estrategia es seguir invirtiendo, al menos, hasta que la orquesta alcance una mayor consolidación. "Yo me he deshecho de los negocios que tenía: vendí uno, traspasé otro. Ahora estoy sin nada pero contento”, afirma con una sonrisa.
Por lo pronto, los integrantes de Acarey se preparan para lanzar, por lo menos, dos sencillos el año que viene. Esta vez, no planean poner en el mercado un cuarto disco de inmediato. Esperarán al 2021 para eso. Eso sí, no faltarán los feat con invitados internacionales, aunque Pérez no se aventura a adelantar quiénes.
Mientras tanto Septeto se alista para algunas giras que incluirán algunas ciudades de Estados Unidos y, también de Europa. “Queremos que Septeto Acarey se posicione en el mundo y más en Perú porque es nuestra tierra”, sentencia Reynier Pérez.
El fundador dice no temerle al ‘derecho de piso’. Sobre todo, cuando alzar vuelo ya no es un sueño.