La larguísima huelga del transporte público en París obligó a una parte de sus habitantes a subirse a una bici para ir a trabajar a diario, pero lo que a muchos les pareció primero una molestia, les acabó suponiendo una agradable sorpresa.
"La huelga de 2019 hizo que me subiera a una bici", afirma Damien Steffan, quien desde el inicio de la huelga el 5 de diciembre reemplazó el tranvía en sus trayectos diarios por este medio de transporte, tras adquirir todos los complementos del ciclista "perfecto".
"No se me hizo desagradable. Me di cuenta de que podía llegar más rápido y que llegaba en un estado perfectamente presentable a la oficina", admite Steffan, que trabaja en la petrolera Total en el barrio de negocios de La Defensa, al oeste de París.
La práctica del "vélotaf" (bici-trabajo) reúne a cada vez más adeptos en Francia, pese a que en algunos casos implica recorrer largas distancias bajo condiciones meteorológicas adversas.
Sus practicantes se reúnen en el seno de asociaciones e intercambian consejos en las redes sociales, donde también publican sus desempeños (velocidad, distancia, calorías quemadas...) Pero también documentan, a veces con los videos de las cámaras que algunos llevan pegadas a sus cascos, las infracciones de las que son testigos o las agresiones que sufren por parte de otros usuarios.
"Desde el punto de vista sociológico, hay de todo: se ha pasado de una práctica sobre todo masculina a una más mixta, de una franja de edad de entre 30-40 años a cubrirlas todas, incluso hemos visto niños sin sus padres, cosa habitual en otras capitales europeas pero impensable en París hace apenas unos años", según Olivier Schneider, de la Federación de Usuarios de la Bicicleta. - Todo licra -
Blaise Vignon también se convirtió en ciclista habitual durante la huelga y hoy se estima feliz. A estos novatos, los veteranos los denominan con humor "Raymond", en alusión al célebre ciclista Raymond Poulidor: se visten de licra, parecen árboles de Navidad por todas las luces que parpadean en sus bicis y se lanzan dubitativos a la "jungla" viaria.
Vignon recorre 40 km diarios en unas dos horas para desplazarse desde su domicilio en Celle Saint-Cloud a las afueras de París hasta el centro de la capital. "Anticipándome a la huelga, este verano aumenté la frecuencia de los trayectos a tres días por semana", afirma este ciclista que se considera con sobrepeso y valora sobre todo los beneficios para la salud de este medio de transporte.
Con más de 1.000 km de vías previstas y de "autopistas" para bicis en los principales ejes de la capital, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, firme defensora del uso de la bici, acabó por encontrar su público con la huelga.
Según un conteo efectuado por la AFP a partir del análisis de unos 50 puntos de control instalados por la alcaldía en la ciudad, el efecto del paro salta a la vista: estos registraron un aumento del número de tránsitos de 155%, para alcanzar un promedio de 200.000 al día.
Y desde que el lunes el transporte público volvió en gran medida a la normalidad, el número de bicis en la capital se mantiene a un nivel significativamente más alto respecto a antes de la huelga.
Muchos de los nuevos usuarios “descubrieron que (la bici) es simple, eficaz y sobre todo fiable, porque uno sabe a qué hora sale y a qué hora llega”, corrobora Charles Maguin, presidente del lobby Paris en Selle.