AFP.- Los de Río de Janeiro, los primeros de Sudamérica, arrancaron hoy con una ceremonia inaugural cargada de mucha samba y protesta política.

El fuego paraolímpico brillará en el estadio Maracaná hasta el 18 de setiembre en Río, donde se han dado cita 4,342 deportistas discapacitados de unas 160 delegaciones, incluyendo un equipo de refugiados, que encarnan ejemplos de determinación, constancia y superación.

La ceremonia arrancó tan pronto cayó la noche con una rueda de samba, que una vez más mostró la riqueza musical y la vitalidad de este país sumido en una severa crisis económica y política.

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Foto: Reuters

El viaje transmitido por video del presidente del Comité Paralímpico Internacional (CPI), Philip Craven, de Gran Bretaña a Brasil, arrancó el espectáculo en el que participaron unas 500 personas en escena, entre coreógrafos y artistas, algunos con discapacidad.

Liderados por el sirio Ibrahim Al Hussein, miembro del primer equipo de refugiados paralímpicos, los atletas desfilaban al ritmo la contagiosa música brasileña.

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La ceremonia concebida por el diseñador Fred Gelli, el escritor Marcelo Rubens Paiva y el artista Vik Muniz tiene como lema "Todo el mundo tiene un corazón" y está centrada "en la condición humana, los sentimientos, los desafíos, la solidaridad y el amor".

En la tribuna de honor no se hallaba el presidente del (COI), Thomas Bach, quien explicó que no podía asistir porque debía acudir al funeral del expresidente de alemán Walter Scheel.

Es la primera vez que el jefe del COI no asiste a la apertura del evento desde 1984.

La agitada actualidad política brasileña irrumpió en Maracaná, lleno a reventar, donde miles de personas gritaron "Fuera Temer", para denunciar al presidente conservador Michel Temer, quien se hallaba en el estadio.

El mandatario asumió el cargo de forma definitiva el 31 de agosto, tras la destitución de la presidenta de izquierda Dilma Rousseff.

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Foto: AFP

Un listón muy altoLondres impuso una barrera alta en 2012 con la organización de unos Juegos con estadios llenos, cargados de fervor.

Y los Juegos en Río corren el riesgo de mostrar una cara peor que la de los Olímpicos, en los que los espectadores brasileños demostraban muchísimo interés por los deportistas de su país, pero nada por el resto de la competencia.

Con todo, la organización aseguró que vendió 1.6 millones de entradas y que espera que el millón restante se agote en los próximos días.

Esto será clave porque las arcas están vacías y la falta de patrocinadores y los gastos imprevistos de los Olímpicos afectó el presupuesto global de Río-2016.

Los Juegos se realizan además en medio de una severa crisis económica y política, que llevó a la caída de la presidenta Dilma Rousseff la semana pasada.

Fue reemplazada por su exvicepresidente, el derechista Michel Temer, que también goza de niveles bajísimos de popularidad y puede ser abucheado cuando inaugure los Juegos, como el 5 de agosto en apertura olímpica.

Un rotundo "Fuera Temer" retumbó en las tribunas poco antes de comenzar el show, constataron periodistas de la AFP.

Y eso se le suma una huelga del sector bancario y una manifestación de trabajadores de la compañía municipal de agua contra una posible privatización. El ambiente no es nada festivo.