Ari Jonsson, de la Academia de las Artes de Islandia, ha aprovechado las propiedades de las algas rojas para crear una botella para el agua potable.

Las botellas están hechas de polvo de agar, que se deriva de la estructura de soporte en las paredes celulares de algunas especies de algas. Si a esto se añade a agua y se deja enfriar, con el tiempo se moldea hasta formar una sustancia gelatinosa.

La botella mantiene su forma cuando está llena de líquido, pero comenzará a descomponerse tan pronto como esté vacía.

Dado que está hecho de materiales naturales y no tóxicos, incluso se podría comer la botella, aunque valdría tener en cuenta que el agar se suele utilizar como laxante.