Redacción Gestión

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(Bloomberg).- La provinciana ya no se caracteriza por la modorra.

Luego de los sangrientos atentados ocurridos en París este mes, los habitantes de las pequeñas ciudades y los pueblos alejados de toda Francia se ven afectados por una mezcla de temor y frustración mientras la policía lleva a cabo redadas y allanamientos en su patio trasero.

En la región oriental de Haute-Savoie que bordea Suiza, una de esas incursiones llevó el terror más cerca de la casa de Patrice Dupré. El jubilado de 69 años de Saint-Genis-Pouilly, un pueblo de 10,000 habitantes de una zona rural ubicada a cinco horas de auto de París, sabía de los registros domiciliarios en su región. A solo 25 kilómetros de distancia, un hombre de Fillinges fue procesado luego de que la policía encontrara una bandera y videos de propaganda del Estado Islámico en su vivienda.

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"Están por todas partes estos terroristas, aun cuando su blanco se encuentre a cientos de kilómetros", dijo Dupré mientras bebía una copa de pastis en Charly's Pub en el centro de la ciudad.

Después que yihadistas con armas automáticas y cinturones con explosivos mataron a 130 personas en siete ataques en la zona de París el 13 de noviembre, el gobierno francés impuso el estado de emergencia. En más de 1,200 redadas y allanamientos en todo el país se encontraron 230 armas y se detuvo a 142 personas, informó el ministro del Interior Bernard Cazeneuve en el parlamento el martes.

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La historia de JoignyAlgunos policías de pueblos chicos se encuentran deplorablemente mal equipados para enfrentar estas nuevas amenazas. En Joigny, ciudad medieval situada junto al río Yonne en la Borgoña, centro de Francia, cuatro de los cinco policías municipales pidieron estar armados después de los atentados de París, preocupados por la seguridad. El alcalde Bertrand Moraine no accedió a su requerimiento.

"Somos un pequeño pueblo de 10,000 habitantes", declaró Moraine en una entrevista. "La tarea de la policía municipal es evitar que alguien estacione en un lugar reservados para discapacitados, que la gente no saque la basura a la calle antes de hora. Si hay un problema, en general voy al lugar personalmente y ni siquiera tengo un chaleco antibalas".

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Sin embargo, no lejos de Joigny, el prefecto regional declaró el toque de queda durante el fin de semana en la ciudad de Sens luego de que la policía hallara armas y documentos de identidad falsos. La vicealcaldesa Marie-Louise Fort apoyó la medida invocando la necesidad de "garantizar la tranquilidad" de los 27,000 habitantes de la ciudad.

El viernes el Senado francés aprobó una prórroga de tres meses del estado de emergencia, que permite al gobierno prohibir las manifestaciones, efectuar allanamientos sin una orden judicial y poner a las personas en arresto domiciliario sin supervisión de los tribunales.

Las escuelas de toda Francia pospusieron los viajes y las salidas, mientras que los autos con chapa patente de Bélgica fueron registrados con especial cuidado en la última semana. Incluso se convocó al escuadrón de explosivos para que revisara un vehículo estacionado en Burdeos. Los atacantes de París llegaron de Bélgica.

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