Uno de los motivos por los cuales el bitcoin y sus pares son un laboratorio tentador para los académicos del análisis cuantitativo es lo diferentes que son de los activos tradicionales.
Uno de los motivos por los cuales el bitcoin y sus pares son un laboratorio tentador para los académicos del análisis cuantitativo es lo diferentes que son de los activos tradicionales.

Una fusión entre el análisis cuantitativo y las criptomonedas suena como un cóctel elaborado en el infierno. Pero a puertas cerradas, algunas almas intrépidas del mundo de la inversión están comenzando a beberlo.

En parte ejercicio académico, en parte matrimonio arreglado entre modas de Wall Street, un puñado de teóricos y operadores analiza qué pueden decir factores de inversión como el impulso y el valor sobre el precio del bitcoin.

Los factores, el cableado que mueve los fondos beta inteligentes que cotizan en bolsa (ETF, por sus siglas en inglés), ya revolucionaron las acciones al demostrar que grupos de acciones con características como precios baratos y baja volatilidad dan retornos superiores al mercado en su conjunto.

Ese descubrimiento fue una mina de oro que lanzó US$ 700,000 millones de ETF beta inteligentes, así que no sorprende que quieran encontrar otra en otro sitio. Un motivo más abstracto se remonta a la fundación de la inversión cuantitativa. Es la idea de que no importa lo que se analice —acciones, bonos, fichas para ofertas iniciales de monedas (ICO, por sus siglas en inglés)—, los errores mentales que cometen los inversores hacen que surjan las mismas oportunidades para operar en todos los mercados.

En el campo teórico está Stefan Hubrich, director de investigación sobre asignación de activos de T. Rowe Price Group Inc., que se propuso publicar el primer artículo académico que vincula las anomalías de los factores con los activos del blockchain. Tras armar modelos y analizar datos, Hubrich afirma ser capaz de demostrar que, para las monedas digitales, la inversión según factores es mejor que una estrategia sencilla de comprar y retener activos.

“No se deberían interpretar nuestros resultados como un aval a las criptomonedas como clase de activos”, escribió Hubrich en su investigación, publicada el 28 de octubre. “En vez de eso, consideramos nuestras conclusiones una confirmación interesante de la eficacia de los propios factores subyacentes”.

Diferentes
Uno de los motivos por los cuales el bitcoin y sus pares son un laboratorio tentador para los académicos del análisis cuantitativo es lo diferentes que son de los activos tradicionales. Las acciones podrán rebotar de un lado a otro, pero eso no es nada comparado con las criptomonedas, en las que ocurren con regularidad fluctuaciones de precios discordantes, desplomes instantáneos y problemas catastróficos en las bolsas.

Si conceptos como el valor y el impulso tienen validez en esa selva, razonaron los investigadores, eso ayudaría a confirmar que los sesgos de conducta operan en todas partes.

Según Hubrich, en las principales monedas digitales operan tres factores: valor, beneficio e impulso. El desafío filosófico es encontrar una forma de reproducir esas características. Con las acciones es razonablemente sencillo, digamos, midiendo el valor según la razón entre precio y ganancias de una empresa.

Para encontrar un “criptocorolario”, Hubrich se pone creativo. Define valor como el valor de mercado de la moneda frente al volumen en dólares de las transacciones en el blockchain. Para el impulso, usa un período de cuatro semanas en vez de los 12 meses que se suelen usar para las acciones, debido a la cantidad limitada de datos históricos.

“Esta es una clase de activos muy volátil y joven, y con el tiempo aprenderemos mucho más”, dijo Hubrich. “El impulso tiene más de 100 años, pero las criptomonedas están en pañales”.

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