¿Y que le dirías a alguien que se queja siempre de su suerte? La tristeza espanta la riqueza. Sí, le diría eso. La tristeza espanta la riqueza.
La frase no es mía sino de María Dueñas en su libro “el tiempo entre costuras”. El momento es perfecto. La protagonista, Sira, se siente muy triste porque las cosas no han salido como ella esperaba. Candelaria, su casera, le devuelve el ánimo y le dice “cambia esa cara, que la tristeza espanta la riqueza”.
Muchas veces nos toca vivir momentos como los de Sira. Momentos en los cuales, pese a todo nuestro esfuerzo, dedicación y trabajo, sentimos que la mala fortuna nos rodea y nos embarga la tristeza y el desánimo.
Otras veces nos tocan momentos como el de Candelaria, en los cuales alguien cercano a nosotros o de nuestro equipo, es víctima de ese desánimo. Y cómo líderes nos corresponde mantener el entusiasmo.
¿Qué la tristeza espanta la riqueza es una frase bella o además es una realidad? Personalmente creo que es verdad. En otro episodio de Tres Minutos Basta he comentado que la tristeza es el enemigo del alma. Es que en el fondo nuestro estado de ánimo suma o resta al resultado de los acontecimientos.
El entusiasmo suele ser un indicador adelantado del éxito. Ya en la edad media los líderes arengaban a su ejército antes de una batalla. Generaban entusiasmo porque sabían que contribuía al éxito. En los camerinos de cualquier deporte pasa lo mismo. Se busca generar un subidón de entusiasmo que mueva a todos al éxito.
En las batallas y en los camerinos deportivos, pasa lo mismo en ambos bandos o equipos, pero sólo uno es el ganador. Por lo tanto, el entusiasmo no es determinante del éxito. Hace falta para ello mucho trabajo previo, esfuerzo, habilidades técnicas y capacidades previamente desarrolladas. Claro que sí. Triunfa el mejor y no el más entusiasta.
¿Es posible ser el mejor sin entusiasmo?, ¿es viable ganar cargado de tristeza? Probablemente no.
Por eso me gusta pensar que no es que la alegría trae la riqueza. No. La trae el esfuerzo, la dedicación, la preparación, las capacidades, la coyuntura, la suerte, y muchas más razones. Pero, así como podemos estar convencidos de que la alegría no trae la riqueza, también podemos ver con claridad que la tristeza la espanta.
Fíjate lo importante que es para la economía de un país la confianza del empresariado. Si hay confianza en el país hay inversión. Si hay inversión hay éxito. La tristeza va contra el entusiasmo y contra la confianza. Lo que pasa en un país, pasa con cada uno de nosotros.
Si queremos éxito generemos confianza. Atraigamos entusiasmo. Recordemos que la tristeza espanta la riqueza.