Redacción Gestión

redaccion@gestion.pe

(Bloomberg View).- ¿Qué significa para un país europeo y miembro de la OTAN declarar la guerra a una banda de terroristas sin Estado? Esta es una pregunta interesante e importante que precisa atención urgente luego de los brutales ataques del a París el pasado viernes. Pero a medida que Europa y el Occidente sopesan sus respuestas militares y políticas, deben también hacer uso de una estrategia más simple: seguir el dinero.

Resulta que recaudar dinero en efectivo es algo que hace muy bien el Estado Islámico. Este grupo genera hasta US$ 10 millones al mes del contrabando de petróleo y tiene rentables negocios secundarios como la recompensa por rehenes, la venta de esclavas sexuales y el saqueo de antigüedades. Además se especializa en extorsionar a las poblaciones asediadas pidiendo dinero para su "protección" e "impuestos".

Este botín le da al grupo un montón de ventajas. Normalmente pueden pagar más a combatientes que las facciones terroristas rivales, y a diferencia de sus antiguos colegas de al-Qaeda, los terroristas del Estado Islámico no tienen que depender mucho de benefactores extranjeros o del sistema financiero internacional. El grupo también puede financiar los rudimentos de un servicio público, con algunos ademanes totalitarios para consolidar su autoridad en las zonas que controla.

Todo esto significa que derrotar al Estado Islámico requerirá la aplicación de presión financiera, así como de poder militar.

Hay algunos signos esperanzadores. El ejército estadounidense está bombardeando los campos de petróleo del grupo en el este de Siria y destruyendo tardíamente sus camiones de contrabando, lo que dañará sus resultados finales. Muchos de los colaboradores financieros del Estado Islámico han sido blanco de sanciones. Los esfuerzos internacionales para investigar y cortar la generación de dinero –como el Counter-ISIL Finance Group– también están logrando ciertos avances.

Pero algunos otros pasos ayudarían. Los países deben dejar de pagar rescates al Estado Islámico, por un lado, y animar a las aseguradoras a hacer lo mismo. Las agencias de inteligencia deben coordinar mejor sus investigaciones sobre los intermediarios que facilitan las ventas de petróleo. Los bancos y las casas de subastas deben estar más atentos a cortar el comercio de antigüedades robadas.

Los países vecinos –en particular Turquía– todavía tienen que hacer más para detener el flujo de bienes y dinero ilícito a través de Irak y Siria. Y el banco central de Irak debe tomar medidas enérgicas contra las empresas financieras que canalizan dólares al Estado Islámico y sus asociados.

El aparato de extorsión expansiva del grupo presenta un problema mucho más complicado. Desmantelarlo requerirá debilitar su control sobre las poblaciones locales a través de ataques aéreos, disminuyendo su apoyo entre los sunitas descontentos y la estabilización de la región circundante, después de años de guerra brutal. En otras palabras, se requiere una solución militar y político global – y soluciones integrales no abundan en Siria en estos días.

La buena noticia es que, si bien todavía es capaz de causar gran daño, es casi seguro que el Estado Islámico no puede mantener su recaudación de fondos. Está librando una guerra de múltiples frentes, intentando una jihad global y al mismo tiempo tratando de recoger la basura, llenar los baches y seguir brindando electricidad para millones de personas. Su dominio está económicamente devastado. A medida que otros países se vuelven más agresivos a la hora de exprimir su financiación, el día de ajuste de cuentas se observa en el horizonte.

TAGS RELACIONADOS