Mensa es una organización que tiene como finalidad detectar personas con superdotación para brindarles un entorno familiar en el que puedan desenvolverse con naturalidad. (Foto: Mensa)
Mensa es una organización que tiene como finalidad detectar personas con superdotación para brindarles un entorno familiar en el que puedan desenvolverse con naturalidad. (Foto: Mensa)

En nuestro país existen personas que superan el cociente intelectual que en promedio es de 100 en la prueba de Weschler. Pese a que es un grupo reducido, ellos viven la vida de una forma distinta y han encontrado su lugar en el Mensa, una organización internacional de superdotados que también tiene una sede en la capital limeña.

Para pertenecer a esta institución es necesario que la persona que aplique supere la puntuación de 130 en la prueba de inteligencia de Weschler o su equivalente en una prueba de la misma organización, además deberá tener más de 15 años de edad. Pero, ¿qué busca el Mensa?. De acuerdo a su página web, tienen como finalidad detectar personas con superdotación para brindarles un entorno familiar en el que puedan desenvolverse con naturalidad, promover información científica con respecto a la inteligencia, entre otros.

Según algunos de los integrantes de la organización, ellos han encontrado su lugar en el Mensa debido a que pueden hablar de temas profundos como astronomía, literatura, física o sobre algo que les interese. Además, pueden compartir cosas en común con sus pares como el tener intereses múltiples.

En declaraciones a Andina, Hans Brugman, de 24 años y administrador de profesión, contó que toda su vida siempre se sintió mal por ser distinto. Él sostiene que se sentía inferior comparado con los demás. Sin embargo cuando llegó a la organización conoció personas con las que podía hablar de los temas que le gustaban y es ahí, donde pudo sentir que tenía amigos.

Ofelia Yazmin Gutiérrez Sánchez, de 29 años, abogada y soprano lírica, también detalló al citado medio cómo fueron los días durante su niñez. Ella contó que desde muy pequeña también se sentía rara debido a que veía que los demás eran muy lentos y eso la desesperaba. Por lo que se ponía al lado de sus compañeros y les ayudaba a hacer la tarea, ya que ella quería continuar aprendiendo y consideraba una pérdida de tiempo esperar cuando ya había terminado.

Pasaron los años y la abogada, aprendió algunas cosas por su cuenta como tocar piano viendo partituras y tutoriales. La vida continuó y ya en la universidad siguió estudiando, culminó su carrera y solía cambiar de trabajo continuamente. Sin embargo, el punto de quiebre en su vida pasó cuando fue rechazada para ingresar a los puestos que postuló para el Estado debido a que estaba “sobrecalificada”. En ese momento, ella decidió buscar personas que la apoyaran y comprendieran, llegando finalmente a la organización de superdotados.

Otra de las historias es la de Luis Espinoza, de 34 años, ingeniero industrial, quien detalló que su cociente intelectual fue detectado cuando era adolescente, sin embargo nunca le explicaron qué era lo que implicaba. “No me sentía especial”, indicó.

No todo es fácil

Pierrick Labbe, presidente de Mensa, explicó que ser una persona superdotada es difícil cuando no se tiene la ayuda necesaria. A sus 38 años él supo que su cociente intelectual era de 138, superior al promedio, tras realizarse una prueba de inteligencia. En es momento, vivió una serie de emociones hasta que aceptó que era una persona diferente al resto y decidió ayudar a otros que fueran similares a él.








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