Marilú Martens
Directora Care Perú
Las barreras estructurales que enfrentan los territorios rurales y sus poblaciones, así como su lucha por alcanzar un desarrollo sostenible, han persistido a lo largo del tiempo en nuestro país. A pesar de los avances en los últimos años, las brechas en el ámbito del desarrollo humano y bienestar aún revelan importantes desafíos que no se han podido saldar. Por ejemplo, existe una brecha del 35% en el índice de desarrollo humano entre los distritos de la costa baja y la sierra alta del Perú.
En ese sentido, se hace evidente replantear las políticas públicas para conseguir una transformación productiva a fin de articular, de manera competitiva y sostenible, la economía del territorio con mercados más dinámicos. Esto tomando en cuenta las características sociales, económicas e institucionales de cada localidad. En cada territorio es fundamental trabajar con la población, ministerios, gobiernos regionales y locales, para facilitar la interacción e incrementar las oportunidades.
Otro factor importante son las desigualdades de género existentes. Al año 2018, el INEI indicaba que el 41.2% de las mujeres del área rural no tenían ingresos propios, mientras que, en el caso de los hombres, representaba el 12.9%. Debido a estas desigualdades, muchas mujeres no consiguen acceso a la bancarización o préstamos financieros, a pesar de ser la población económicamente activa más representativa, como por ejemplo en el sector agrícola, donde más de dos millones de mujeres son parte de la mano de obra dentro de la cadena productiva.
Por el lado de la educación las brechas generadas por décadas de exclusión y por la falta de una atención con pertinencia hacen más evidentes estas desigualdades, exigiendo una atención prioritaria. En los resultados de la evaluación censal 2018 para nivel primario, los aprendizajes logrados por los estudiantes de las zonas rurales en el caso de lectura representan menos de la tercera parte de los aprendizajes logrados por estudiantes del ámbito urbano. En matemáticas, la proporción de los logros de los estudiantes de la zona urbana respecto a la zona rural es del doble. En el caso de secundaria, las brechas se amplían, sólo el 2% de estudiantes alcanzan los niveles de aprendizajes esperados tanto en matemática como en comunicación.
Otro problema central para el desarrollo social y económico es la prevalencia del embarazo adolescente, que constituye un problema de salud pública en nuestro país. En las comunidades rurales, el acceso a educación sexual integral y servicios de atención es aún más precario. En el área rural, el 22.7% de las adolescentes ya son madres o han estado embarazadas alguna vez, truncando sus proyectos de vida y el potencial de aporte al desarrollo del país.
Desde hace más de 20 años, en CARE Perú se trabajan proyectos educativos en zonas rurales, asegurando una educación de calidad. Se busca tener una mirada integral, con enfoque territorial, a sus necesidades y brindar soporte emocional a las familias. En ese sentido, implementamos desde el 2016 el proyecto “Niñas con Oportunidades”, que busca que las estudiantes de zonas rurales de diferentes regiones del país puedan culminar sus estudios en edad oportuna y con los valores y competencias desarrolladas para lograr sus planes de vida. En la educación primaria, otro de nuestros proyectos de alto impacto, con resultados medibles, es Aprendemos+, que en alianza con el Minedu, venimos implementando desde el 2019, en 120 escuelas rurales.
El Perú es un país diverso en todos sus aspectos, por eso, es necesario que las políticas públicas tengan como fin promover procesos de desarrollo sostenible con enfoques territorial e intercultural, para generar procesos de cambio que, con la participación activa de la población rural y sus organizaciones, fomenten y alcancen la prosperidad deseada.