Directora de Pacífico Business School
Han pasado más de dos años desde aquel marzo del 2020, en el que la vida de los peruanos y del mundo se trastocó por la pandemia. Desde ese entonces, enfrentamos una crisis no solo sanitaria, sino también económica, social y política, y una serie de transformaciones para las que probablemente, no estábamos preparados. Es cierto que nuestra vida cambió, aprendimos a estar confinados, a cuidar más de nosotros, a interactuar de una manera diferente; y lo mismo sucedió con la manera de estudiar y trabajar: aprendimos a hacerlo de manera remota.
Si nos enfocamos en el ámbito laboral, en términos generales, tanto las organizaciones como los equipos, aprendieron a adaptarse a esta nueva forma de trabajar en la que se demandaba mayor flexibilidad, resiliencia, capacidad innovadora y creativa; también era indispensable generar confianza, trabajar de una manera más colaborativa, y al mismo tiempo con mayor autonomía y responsabilidad.
Según un estudio de Bumeran, donde se contó con la participación de más de 600 especialistas en RR.HH. de Argentina, Chile, Panamá, Ecuador y Perú, el 63% señaló que actualmente los talentos prefieren trabajar desde sus casas y con horario flexible; y en el caso de Perú, el 64% de los especialistas señalan que es más difícil encontrar talentos.
Este proceso de aprendizaje desafiante, para muchos profesionales significó exceso de carga laboral, desalineamiento organizacional, poca flexibilidad y empatía de sus jefes, necesidad de capacitarse en competencias digitales o tecnológicas para poder responder y mantener sus puestos. Es así que, como lo señalan algunos estudios, se identificó un incremento en los índices de “burnout” (o agotamiento laboral), que, si bien existían antes de la pandemia, se hicieron más evidentes durante esta.
El Foro Económico Mundial de Davos señaló en su “Informe de riesgos globales para el 2022″ que la salud mental se encuentra entre los diez mayores riesgos globales a corto plazo. El contexto de pandemia hizo que los casos de depresión se incrementaran a nivel mundial, y que, en muchos casos, quedaran desatendidos. Es importante preguntarnos ¿qué están haciendo las organizaciones para cuidar la salud mental de sus trabajadores en el Perú? ¿De qué manera se cuida la salud mental en los distintos niveles de la organización?
“La gran renuncia”
Si miramos hacia Estados Unidos, el año pasado estos cuestionamientos se tradujeron en la investigación realizada por Anthony C. Klotz y que conocemos como el fenómeno de “la gran renuncia”, por el cual los colaboradores estarían dispuestos a renunciar o dejar voluntariamente sus puestos laborales ya sea porque están buscando replantear su vida o porque su prioridad es la flexibilidad incluso por encima de sueldo.
Y si bien hay investigadores que señalan que aún no existe evidencia suficiente que respalde la existencia del fenómeno en América Latina, la encuesta realizada en marzo del 2020 por PwC, Global Workforce Hopes and Fears Survey, en la que participaron más de 52,000 trabajadores de 44 países, señala que dos quintos de los trabajadores no están felices en su trabajo y piensan dejarlo en el futuro.
En este mismo sentido, en la encuesta de McKinsey, Great Attrition, Great Attraction, de abril de este año, en la que se consultó a más de 12,000 personas de seis países, esa cifra sube a más del 60%. Aunque no podemos afirmar que este fenómeno llegará al país, seguramente muchos de nosotros conocemos de alguna renuncia por las razones expuestas.
Por otro lado, las empresas se vieron obligadas a implementar modelos de trabajo híbridos durante la pandemia y se pudo evidenciar que, en muchos casos, esta modalidad permitió la continuidad del negocio. Aun así, es normal que surjan inquietudes sobre cuál es el modelo que debe prevalecer considerando variables como el sector o tipo de actividades que se realizan, pero también sobre cuáles serán los nuevos desafíos que habrá que enfrentar, dependiendo de la decisión que se tome.
Hasta el momento y según el estudio realizado en abril por Deloitte sobre “Retorno a Oficinas en Perú”, el 83% de empresas habría decidido continuar con la modalidad híbrida, el 9% por la modalidad 100% presencial, mientras que el 8% estaría apostando por la modalidad 100% remota. En este sentido, y a manera de ejemplo dentro del mismo sector, el financiero, hay empresas que están apostando por un 50%-60% de trabajo remoto, mientras que otras han regresado a la presencialidad.
Como vemos, el tema aún no está cerrado y seguramente el mercado laboral nos continuará dando sorpresas. Sin embargo, ya hemos vivido lo positivo y lo negativo de los dos esquemas, por lo que lo ideal sería poder lograr un adecuado balance entre lo presencial y lo remoto, sacando lo mejor de ambos modelos, de tal manera que tanto los colaboradores como la empresa se sientan reconocidos en él y que sea una oportunidad que nos permita estar preparados para enfrentar los desafíos de un contexto que seguirá siendo incierto y que nos acompañará por un tiempo.