(Foto: GEC)
(Foto: GEC)

Por Alejandro García Vargas

Socio del Estudio Rodriguez Larrain

Al momento de escribir este artículo, ya han transcurrido 82 días, es decir, estamos a casi 3 meses de , tiempo en el cual los ciudadanos mantenemos el cumplimiento de esta y otras restricciones dispuestas por el Ejecutivo, medidas dictadas para combatir el virus , que afecta al mundo y a nuestro país en particular.

Es de todos conocido que, declarada la Emergencia Nacional, el Gobierno recibió el apoyo de la población por la medida de cuarentena dictada para enfrentar el virus. Muchos países de la región incorporaron también esta acción dentro de su plan sanitario para combatir la pandemia que aflige al mundo.

Las medidas de el uso de mascarillas, la continua limpieza de manos, y desinfección de los productos y vestimentas que usamos cuando salimos de nuestros hogares sea para ir a trabajar, comprar alimentos, ir a los bancos o recientemente salir a caminar y hacer un poco de ejercicio, nos permite asegurar que estas medidas están internalizadas en la mayoría de los ciudadanos e instituciones en general, sean entidades públicas o privadas.

También es de todos conocido que la salud es integral, por ello, no solamente se debe preservar la salud física sino también la mental, la espiritual y la religiosa pues estos aspectos son constitutivos de la salud de las personas.

El gobierno ha dictado medidas para facilitar los servicios de apoyo mental a las personas afectadas por el confinamiento y /o por las secuelas personal o familiar originadas por el COVID, pero no se ha pronunciado ni por la salud espiritual ni religiosa de la población. Esta omisión es delicada, pues se desconoce que ello involucra los aspectos más relevantes y positivos de nuestro país: la vigencia y vitalidad del legado de más de 5 centurias de la cristiandad en el Perú y presente en los ámbitos cultural, espiritual y religioso. Se olvida también la permanente presencia de la Iglesia Católica en cada ciudad, cada pueblo o villorrio de nuestro país, más allá y a despecho de los gobiernos regionales y municipales que finalmente son pasajeros. Asimismo, se soslaya la encomiable labor de la iglesia tanto a nivel individual recordando a los feligreses y público en general de la necesidad de su conversión y mejora personal, como desde el ámbito social, de ser solidarios y apoyar a los más necesitados.

Un ejemplo de ello es la magnífica actuación del sacerdote católico que con el apoyo de la población logró activar una planta de oxígeno en Iquitos salvando a muchos peruanos y enfrentándose a mafias enquistadas que impedían la realización de esos importantes servicios de atención a pacientes graves de COVID. También es de resaltar la presencia y apoyo de las demás iglesias cristianas en favor de nuestro país en esta delicada coyuntura.

Los peruanos sufrimos desde hace 3 meses la restricción total del día domingo: nadie puede salir de su vivienda, no se puede comprar alimentos ni medicinas ese día. Nadie puede adquirir un pequeño obsequio en un supermercado o mercado para un miembro de su familia, no se puede pasear, no se puede circular en vehículos particulares, no existe transporte público, no se puede asistir a las misas dominicales.

Esta prohibición sin motivo alguno genera a la población malestar, no contribuye con la necesaria estabilidad de la salud física, mental, emocional, espiritual y religiosa, mas aún en estos tiempos de pandemia

El Ejecutivo debe rectificar esta inconveniente restricción que afecta a todos los peruanos y más bien confiar en la ciudadanía restableciendo su derecho de realizar las actividades caseras de los demás días. De igual manera el Ejecutivo debe restituir el derecho de la Iglesia Católica para que realice las misas y servicios religiosos en favor de la población, actividades religiosas que igualmente deberán cumplir con el distanciamiento social en todos los templos, señalizando las vías para acceder a los asientos y la distancia que deberá haber entre cada asistente, así como habilitar en la entrada los elementos sanitarios correspondientes, protocolos que ya están aplicándose en varios países.