Enrique Castillo
Periodista
¿Si gana Keiko Fujimori?
Generará un alivio en la mitad del país y en los agentes económicos, y alejará los fantasmas de cambios radicales y amenazas a la libertad.
Habrá una tensa tranquilidad, y mucha expectativa por saber qué hará con esta oportunidad que le dan. Se mantendrá la polarización política, y el Ejecutivo enfrentará una fuerte oposición (política y social), lista para actuar ante el primer error, una decisión equivocada o el primer acto de corrupción.
Si Keiko Fujimori no presenta un gobierno amplio, con buenos ministros y funcionarios independientes o de otros partidos; si pone en manos de Fuerza Popular ministerios u organismos muy sensibles políticamente; si no “filtra” exhaustivamente a sus colaboradores; si emite señales de autoritarismo o manejos oscuros y sospechosos; si desde el primer día no dicta medidas o no fija cronogramas para el cumplimiento de sus promesas; si no plantea reformas políticas, económicas y sociales serias y necesarias; si no prioriza medidas que beneficien y ofrezcan reales oportunidades a los segmentos C, D y E, y a las regiones más golpeadas o al sur del país; si hace una equivocada priorización de los grandes proyectos a impulsar, se generará una nueva y más fuerte inestabilidad política.
Puede contar con un soporte y una base política importante en el Ejecutivo y el Congreso, pero debe ser consciente que será una base política frágil, prestada, conformada por partidos y bancadas que apenas vean que el gobierno se desvía o empieza a ser cuestionado o rechazado, abandonarán el barco y pasarán a la oposición, censurando ministros y gabinetes.
¿Si gana Pedro Castillo?
Entusiasmará a la otra mitad del país y a la población en muchas regiones, pero generará desde el primer día mucho nerviosismo, temor e incertidumbre en diversos sectores sociales, políticos, empresariales e institucionales.
Todos querrán saber quiénes integrarán el Gobierno (gabinete y dependencias públicas) y cuáles serán las primeras señales y medidas que se dictarán, para saber si estaremos ante un presidente radical o ante un gobernante que seguirá la misma hoja de ruta de Ollanta Humala. Si es lo primero, se prolongará la polarización de la campaña, y el Gobierno hará frente a una situación política, económica y social muy difícil, porque la oposición, así como el temor y la incertidumbre se prolongarán, se paralizarán las inversiones, y no habrá estabilidad ni recursos para cumplir con las promesas o con la gestión, hasta que no haya definiciones claras o pruebas evidentes y palpables de que su modelo funciona.
Su base firme es su electorado y Perú Libre. En menor medida los aliados de segunda vuelta. Las expectativas que ha generado Pedro Castillo entre su electorado son muy altas. Para mantener ese apoyo y su estabilidad, debe cumplir sus promesas. Y para cumplirlas debe mantener su radicalismo, lo que generará aplausos y apoyo en el corto plazo, pero serios problemas en el mediano plazo.
Si no las cumple, o si se convierte en Humala II, sus seguidores se sentirán traicionados y la presión sobre su gobierno será muy fuerte. En ambos casos habrá una crisis política porque sus aliados (en el gobierno y en el Congreso), incluido Perú Libre, lo abandonarán, con la consecuente debilidad y arrinconamiento del Ejecutivo.
Su relación con el Congreso dependerá del apoyo popular con que cuente. Si lo mantiene o incrementa tendrá una oposición férrea pero limitada; si se debilita o lo pierde, la oposición se fortalecerá y será mayoritaria.