Periodista
Hace tres semanas señalábamos en esta misma columna que la segunda vuelta recién comenzaba y que había varios factores que podían generar cambios de las preferencias electorales en cualquier sentido.
Mencionamos que ya no eran 18 competidores cuyos dichos o actos podían pasar desapercibidos frente a la abundante información o despliegue; y que ahora eran solo dos contendores que iban a tener los reflectores y micrófonos las 24 horas del día.
Dijimos también que los rivales iban a ser esclavos de lo que dijeron y de lo que hicieron, porque cada frase iba a ser cotejada con sus dichos y promesas anteriores.
Y finalmente, señalamos que la atención y la presión puesta sobre los que decían y hacían las 24 horas del día durante ocho semanas podían cambiar los resultados.
El paso de las semanas y las encuestas nos han mostrado, hasta ahora, que la atención permanente; el cotejo entre el dicho y los hechos; la presión para ofrecer respuestas y cumplir compromisos; y la presión para defender o modificar una posición en las encuestas; ha complicado más a un candidato que a otra.
Por las razones que sean –inexperiencia, soberbia, sabotaje interno, pésima asesoría-, Pedro Castillo no ha dejado de cometer errores durante las últimas semanas. Y no sabemos si es consciente de ello o si cree que está haciendo bien.
Esto ha beneficiado a Keiko Fujimori que ha acortado la brecha que lo separaba de su contendor en los sondeos, y le ha permitido asumir la iniciativa que había perdido luego de la primera encuesta.
Chota generó un punto de quiebre. A partir de allí Pedro Castillo perdió la brújula; y Keiko Fujimori tomó la iniciativa. Luego vino la persecución de Keiko y la huida de Pedro por los debates; las idas y venidas del candidato de Perú Libre sobre los equipos técnicos; los avances, retrocesos, y contradicciones de los planteamientos de Castillo, y sus alianzas que unen pero no suman; y la presencia invisible de Vladimir Cerrón, que genera todo tipo de afirmaciones y rumores que perjudican al candidato.
Keiko Fujimori le debe a su tenacidad para perseguir al candidato de Perú Libre exigiéndole los debates –lo que desestabilizó a su rival-, al mismo Pedro Castillo, y a Vladimir Cerrón –también a Verónica Mendoza-, el salto que ha venido dando en la intención de voto. ¿Pero le bastará ello para darles la vuelta a las cifras?
Hasta ahora la intención de voto se ha ido moviendo por actitudes, dichos circunstanciales y gestos personales de cada postulante, que es lo que ve la población en el día a día, y a través de los medios.
Pero a la luz de las últimas encuestas, de los cambios que estas puedan generar en las estrategias –si es que hay cambios-, y de los debates que se vienen, quizás sea necesario -para que alguno de los contrincantes asegure el triunfo- algo más sólido y atractivo para el elector. Eso que hasta ahora no aparece como la propuesta o promesa convincente.