El mundo post Covid-19 será igual o más cambiante. Aun cuando se avizoran algunas luces como las del teletrabajo, otras obligan a repensar tanto los procesos internos como las estrategias de negocio de nuestras organizaciones.  (Foto: Pixabay)
El mundo post Covid-19 será igual o más cambiante. Aun cuando se avizoran algunas luces como las del teletrabajo, otras obligan a repensar tanto los procesos internos como las estrategias de negocio de nuestras organizaciones. (Foto: Pixabay)

Por Daniel Falcón

Fundador y director de Neo Consulting

El coronavirus (Covid-19) está delineando un antes y después entre nuestras organizaciones. El intempestivo cierre de locales y oficinas decretado por el Gobierno Peruano para evitar el contagio masivo y el nuevo entorno de teletrabajo generalizado pone a prueba, día a día, la adaptabilidad de las compañías peruanas.

La emergencia obliga a un imperativo cambio de mindset digital que aplica a todas las industrias. Prueba de ello son las dificultades que compañías de distintos rubros evidencian hasta hoy para implementar el trabajo remoto, solventar un masivo tránsito hacia sus plataformas digitales o mantener la calidad de los servicios.

El ánimo por sortear la crisis es el factor común a esos y otros inesperados impasses suscitados bajo una coyuntura como la actual, principalmente en países como el nuestro. Sin embargo, cometeremos un error si creemos que el aprendizaje acabará en el aún incierto horizonte final de la pandemia del coronavirus.

El mundo post Covid-19 será igual o más cambiante. Aun cuando se avizoran algunas luces como las del teletrabajo, otras obligan a repensar tanto los procesos internos como las estrategias de negocio de nuestras organizaciones. Con base en la experiencia en innovación de Neo, me animo a compartir aquí los factores que -creo- definirán a las compañías peruanas con mayor potencial de éxito en un mundo post coronavirus.

Teletrabajo de cada día: Aunque no era una práctica del todo novedosa, la obligatoriedad de teletrabajo tomó a muchas empresas a medio camino de sus procesos de transformación digital. Afortunadamente, el llamado de atención para acelerar el paso llega en un momento clave, ya que la apuesta por el trabajo remoto, el uso de la información en la nube (cloud computing) y el empleo de herramientas colaborativas crece con rapidez tanto en el mundo como en la región. Acercarse hacia un futuro de sostenibilidad para cualquier organización peruana y sus miembros pasará primero por ponerse al día en esa apuesta.

Talento nómada: Si algo probó la situación de emergencia para la mayoría de industrias peruanas es que el talento no pierde su valor por estar fuera de una oficina. El talento ya no es aquel activo físico que justificaba su productividad en función de las horas trabajadas, sino un activo dinámico presente -hoy más que nunca- en la innovación abierta, la co-competencia, la colaboración con empresas internacionales e incluso con trabajadores que aporten valor desde cualquier parte del mundo. De no estar preparados para cobijar ese talento, el potencial que podamos aportar a nuestros clientes será cada vez más reducido.

Incertidumbre como regla: Al talento, además de cobijarlo, hay que capacitarlo. Sin embargo, ¿cómo se logra eso en escenarios, industrias y países tan cambiantes como los nuestros? De una forma simple y, a la vez, retadora: desarrollando la capacidad de nuestros trabajadores para trabajar en la incertidumbre. Los hard skills altamente requeridos por las empresas y las preferencias de los clientes cambian y seguirán cambiando de un instante a otro. En ese contexto, la habilidad que determinará el éxito de una organización es saber trabajar con aquello que no se conoce, estar preparados para ir hacia otro lado cuando la situación lo requiera.

No todo es real state: Tal vez una de las lecciones más dolorosas que deja la actual emergencia es que aquellas industrias altamente dependientes de los activos fijos sufren sobremanera en coyunturas como esta. Si bien para algunas industrias como la aeronáutica ello resulta inevitable, a otras organizaciones nos sirve para reevaluar nuestro modelo de crecimiento. La apuesta por un crecimiento de capacidades y competencias, en lugar de uno enfocado en activos fijos o metros cuadrados de oficinas, es lo que nos hará diferentes en el futuro. Este, además, nos permitirá maniobrar sin la pesada carga del real state ante contextos de crisis.

El impredecible panorama post coronavirus nos obliga a aprender sobre la marcha. Y es que el potencial de éxito de las organizaciones pasa hoy por cuán rápido los líderes podamos anticiparnos a los cambios, de una forma rentable, sostenible en el tiempo y que aporte valor a nuestros diferentes stakeholders.

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