FOTO 12 | Los efectos del exceso de turismo se sintieron en todo el mundo. Y en Perú, los límites a las entradas diarias al Machu Picchu, que se rumoreaban desde hacía tiempo, finalmente se implantaron con el fin de proteger el sitio histórico de los efectos del exceso de tráfico peatonal. Todas estas son buenas noticias, y no solo para los destinos en riesgo de ser destrozados. Significa que en estos lugares frágiles, el turismo se desarrollará con una mirada más cercana a la sostenibilidad, y algunos lugares pasados ​​por alto hasta ahora recibirán la atención que siempre habían merecido. (foto: usi)
FOTO 12 | Los efectos del exceso de turismo se sintieron en todo el mundo. Y en Perú, los límites a las entradas diarias al Machu Picchu, que se rumoreaban desde hacía tiempo, finalmente se implantaron con el fin de proteger el sitio histórico de los efectos del exceso de tráfico peatonal. Todas estas son buenas noticias, y no solo para los destinos en riesgo de ser destrozados. Significa que en estos lugares frágiles, el turismo se desarrollará con una mirada más cercana a la sostenibilidad, y algunos lugares pasados ​​por alto hasta ahora recibirán la atención que siempre habían merecido. (foto: usi)

PROMOCIÓN TURÍSTICA. Desde el 2006, el New York Times (NYT) publica a principios de enero su lista de los 52 lugares para visitar durante el año (“52 Places to Go”). Teniendo en cuenta el alcance, la influencia y el perfil de los lectores de ese diario, es una potente herramienta de promoción turística que muchos países, circuitos y ciudades aprovechan para afianzar su posicionamiento en el competitivo mercado de viajes internacionales.

La costa norte (2015), el Valle Sagrado (2017) y Kuélap (2018) fueron los destinos peruanos incluidos en años recientes. Pero los periodistas y corresponsales del NYT –sobre cuyas sugerencias se arma la lista– no han sido generosos con nuestro país este año. Sí lo han sido con Chile, pues por segunda vez han considerado al valle de Elqui. La anterior fue en el 2015. El diario destaca que es un lugar recomendable para practicar el astroturismo (observación de cuerpos celestes) y que es un “centro de producción de pisco”, que es un “brandy elaborado en Chile y el Perú”, lo cual ciertamente no es así.

Lo de contemplar las maravillas del firmamento suena interesante. Lo de producir “pisco” debe causar inquietud pues es evidencia de que Elqui ha logrado posicionarse como un destino top para el enoturismo (visitas a zonas de producción vinícola). Además, su presencia mediática ganó un fuerte impulso en el 2017, cuando se realizó allí el Concurso Mundial de Bruselas, el más prestigioso para bebidas espirituosas. El Perú no participó, pues las empresas pisqueras debían presentar su producto como aguardiente y las autoridades peruanas, correctamente, las amenazaron con retirarles el certificado de origen si concurrían.

En conclusión, nuestro país es una presencia habitual, pero no permanente, de los “52 Places to Go”, y el diario que la confecciona informa desde hace años que en Elqui se elabora “pisco”. La principal falla es la promoción turística, que ha perdido el ímpetu que otrora exhibía y que parece haberse rezagado de la modernidad –no basta con tener cuentas en YouTube, Facebook y Twitter–, a lo que se suman gruesos errores como la ausencia del Perú en la Expo Milán 2015. La escasez de productos nuevos no es excusa, pues los clásicos como Arequipa, el Manu o Paracas son dignos de integrar cualquier lista top.

Respecto al pisco, a principios de la década pasada su promoción internacional se convirtió en política de Estado. Recordarlo es frustrante porque ese esfuerzo inicial se ha diluido y el resultado es que el mundo sigue ignorando la riqueza histórica y cultural de nuestro licor de bandera. Lo que hace falta es liderazgo en el sector privado, y autoridades en el Gobierno y en los cinco departamentos pisqueros dispuestas a comprarse el pleito.