El BCR indicó que los candidatos presidenciales no representan un riesgo para la economía peruana (Foto: Andina)
El BCR indicó que los candidatos presidenciales no representan un riesgo para la economía peruana (Foto: Andina)

ECONOMÍA. La población no necesita tener conocimientos teóricos para percibir lo que la mayoría de economistas lleva buen tiempo advirtiendo: el Gobierno no ha estado afinando el programa económico ni corrigiendo sus imperfecciones. Si bien durante el 2019 el MEF intentó revertir la tendencia de caída de la inversión pública en un año de cambio de autoridades regionales y municipales, sus esfuerzos no rindieron frutos. Es que una cosa es emitir normas destinadas a agilizar procesos y otra es aplicarlas.

El resultado fue que la inversión pública se contrajo 2.1% el año pasado, en términos reales, según las cifras actualizadas del BCR. El efecto multiplicador de la inversión pública es clave para dinamizar muchas actividades privadas y, por ende, generar empleos que, aunque en su mayoría son temporales, permiten aportar ingresos adicionales a las economías de los hogares, en especial en el interior del país.

Y la población se ha visto afectada por las menores oportunidades que ha generado la contracción de la inversión pública. Además de mantener su percepción de que la economía marcha por el rumbo equivocado (el 63% lo cree así, según Pulso Perú), la falta de ingresos suficientes se ha convertido en el primer problema personal y familiar (32%), desplazando a la falta de empleo (20%). Y el tercero, la salud (13%), está relacionado con la insuficiencia de ingresos, pues si el dinero no alcanza, la mayoría no puede acceder a servicios de sanidad de calidad aceptable.

En otras palabras, la opinión pública está sintiendo los efectos de la desaceleración en su propio bolsillo, y si no percibe mejoras es porque no ha habido ninguna en el manejo macroeconómico. Por ejemplo, en lo que va del presente periodo de Gobierno –que empezó en julio del 2016 con Kuczynski–, los ingresos reales promedio retrocedieron, lo que significa que se ha perdido capacidad adquisitiva. Esta percepción va en línea con la sensación de que el Gobierno no se ocupa de resolver los problemas económicos del país.

Si el empleo ya no es el principal problema es porque en el Perú impera la economía del “recurseo”, estrechamente ligada con la informalidad laboral. De hecho, el 62% tiene pensado buscar o generar ingresos adicionales, una solución que ciertamente compromete la vida personal y familiar. Si no existe un rumbo económico claro –que incluya pero que vaya más allá de impulsar la inversión pública–, será difícil atraer inversiones privadas, y sin estas, la dinámica de la economía continuará por debajo del crecimiento potencial.