(Foto: USI)
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LUCHA SILENCIOSA. El 2 de julio pasado, el Gobierno promulgó el Plan Multisectorial de Lucha Contra la Anemia. El hecho de que su publicación corrió por cuenta de la PCM y fue firmado por catorce ministros, indica que esta vez –luego de muchísimo tiempo– se trata de un esfuerzo coordinado. La norma también puso fin a la bicefalia que existía desde el año pasado en torno a la responsabilidad de esa tarea, pues los ministerios de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) y de Salud (Minsa) manejaban, cada uno por su lado, sendos programas.

Ahora, la coordinación del plan recae en la Secretaría Técnica de la Comisión Interministerial de Asuntos Sociales (CIAS), órgano adscrito al Midis, de modo que está bien claro quién deberá implementar las estrategias orientadas a reducir este problema de salud, que es uno de los más persistentes y dañinos que sufre el país, pues afecta el desarrollo físico, cognitivo e inmunológico de los niños. Según el INEI, a julio de este año el 46.6% de menores de 3 años padecía anemia.

Lo que preocupa es que han pasado dos meses desde que el Gobierno decidió poner orden en este asunto y no se ha informado convenientemente de los pasos que ya se habrían dado para poner en marcha el plan. Es entendible que por la magnitud del problema y la cantidad de entidades involucradas –a las que se suman los gobiernos regionales y, en especial, los municipios–, no debe ser fácil comenzar a articular las acciones previstas. Pero ni siquiera se ha comunicado el cronograma de trabajo ni las metas de corto plazo.

El Gobierno está desaprovechando esta oportunidad de informar, en momentos en que la oposición esgrime como argumento para criticar al presidente Vizcarra y sus ministros justamente la falta de una política de lucha contra la anemia. Fue Keiko Fujimori quien lanzó la primera piedra, aunque quizá quiso referirse a la ausencia de una política de lucha contra la desnutrición. Es que a diferencia de los planes individuales que manejaban el Minsa y el Midis, el nuevo plan excluye la desnutrición, un problema que Vizcarra también omitió en su discurso del 28 de julio.

Otro inconveniente que llama la atención, además de la falta de información, es que la estrategia de comunicación del plan requerirá la difusión de sus campañas en medios privados, especialmente radiales –hay que recordar que la población afectada, en su gran mayoría, no tiene acceso a Internet–, pero la llamada Ley Mulder lo impide. En suma, el mutis del Gobierno, a pesar de que tiene algo que decir, está marcando un inicio demasiado débil de una lucha articulada contra la anemia.