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POLÍTICA DE SALUD.  Para justificar la reciente alza del ISC, el MEF informó que el costo social que el Perú enfrenta por enfermedades no transmisibles –asociadas al consumo de productos como alcohol, cigarrillo, bebidas azucaradas, entre otros– es en promedio US$ 24,000 millones anuales, lo que equivale a cerca del 11% del PBI anual. El MEF cita como fuente un estudio financiado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y publicado en su Revista Panamericana de Salud Pública, en febrero pasado.

El estudio, realizado por dos investigadores de Harvard y uno de la Queen’s University de Belfast (Reino Unido), estima tales pérdidas para el periodo 2015-2030 en Perú, Costa Rica y Jamaica. Nuestro país es el que sale peor parado y si bien el MEF no las mencionó, la investigación incluyó otro rubro: las enfermedades mentales. De hecho, estas provocan la mayor pérdida de PBI, US$ 6,200 millones anuales que equivalen al 20.8% de la carga total, por encima de las principales dolencias no transmisibles –respiratorias (19.7%), cardiovasculares (8.4%), cáncer (6.4%) y diabetes (4.2%)–.

Habrá que asumir que el MEF los omitió porque los trastornos mentales no suelen tener su origen en el consumo de gaseosas o de tabaco, pero como tampoco han sido incluidos en ningún anuncio de mejoras, habrá que asumir que seguirán relegados. Sería importante que el Gobierno decida romper con esa desatención y, por ejemplo, se comprometa a prestar servicios de salud mental integrales a las víctimas de la violencia doméstica, tanto a las mujeres que sufren de abusos físicos y sicológicos, como a los hijos de las que han sido asesinadas. Ese sería un paso trascendental.

Los sucesivos gobiernos han entendido, erróneamente, que política de salud equivale a hacer anuncios de inversión en construcción de hospitales y postas médicas, así como a rebautizar programas sociales y crear ministerios y superintendencias. Lo que nunca han llegado a interiorizar es que la solución no se circunscribe a invertir en infraestructura, pues el problema más grave es la falta de gestión. Así, obstáculos como el mal manejo de la logística y la pésima atención requieren una visión gerencial que hoy no existe.

Los casos abundan, desde el deterioro de equipos médicos que tardan meses en ser separados hasta el vencimiento de un millón y medio de micronutrientes, pasando por los diagnósticos erróneos. El Gobierno se ha propuesto atacar la anemia y la desnutrición, meta que en materia de prevención es bienvenida, pero también tiene que prestar más atención a los otros problemas de salud pública.