ESSALUD. La semana pasada, el Gobierno nombró como nueva presidenta ejecutiva de EsSalud a la saliente ministra de Salud, Rosa Gutiérrez. Como se recuerda, Gutiérrez había renunciado al Ministerio por decisión del propio Ejecutivo –cuando su eventual censura ya parecía inevitable–, luego de haber ejercido un muy cuestionable liderazgo del sector durante el reciente brote de casos de dengue.

Las críticas contra Gutiérrez por este asunto comenzaron cuando, el pasado 18 de mayo, aseguró que “en 15 días” resolvería el problema del dengue en el país, promesa que por supuesto no cumplió. De hecho, para cuando la nueva titular de EsSalud dejó el ministerio, ya habían más de 150 mil casos acumulados, más de 250 fallecidos y más de 1,200 hospitalizados, cifras muy por encima de cualquier otro brote en los últimos lustros.

Mientras estuvo en el cargo, además, Gutiérrez pareció más preocupada por intentar minimizar este problema que por ofrecer explicaciones sobre qué estrategia estaba siguiendo para enfrentarlo. Todo ello le ganó las críticas de entidades como el Colegio Médico del Perú y el Colegio Médico de Piura, que fue la región más afectada por el dengue.

Por otro lado, si bien esto no viola ninguna ley, sumó también a la polémica el hecho de que Gutiérrez haya sido una de las fundadoras del partido político Perú Primero, que lidera el expresidente Martín Vizcarra (aunque sin poder ser miembro oficialmente debido a su inhabilitación). Ello además de haber militado antes en el Partido Popular Cristiano y, más recientemente, en el movimiento regional ayacuchano Alianza por Nuestro Desarrollo.

Con todo esto, y considerando además que se trata de una persona que ya tiene en contra a varios congresistas del bloque que hoy apoya al Gobierno, resulta incomprensible que este la haya escogido como la nueva titular de una institución tan importante como EsSalud. Tanto por un tema de principios, como hasta por estrategia política.

En nuestro ordenamiento constitucional, son los ministros quienes deben asumir la responsabilidad política de los errores y aciertos del Ejecutivo, ya que el presidente de la República goza de una inmunidad bastante amplia. Pero en este caso, lo que ha hecho el Gobierno es simplemente un enroque, recolocando a la ministra saliente en otro cargo público de suma importancia, con lo cual no se da realmente el mensaje de que el Ejecutivo entienda que Gutiérrez deba asumir alguna responsabilidad.

Por si eso fuera poco, ya pensando más fríamente, ¿qué gana el Gobierno provocando las críticas del sector del Congreso que más necesita para evitar una vacancia? Lamentablemente, el Gobierno no parece estar al tanto de la precariedad de su situación política actual. ¿Será que enmendarán? ¿O seguirán ahondando en la crisis?